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Venezuela, ¿invasión o bloqueo?

14 de febrero de 2018

El chavismo denunció la orquestación en Colombia de una intervención militar contra Venezuela. En entrevista con Deutsche Welle, un analista desestima ese clamor y otro augura una injerencia extranjera sin invasión.

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Venezuela Präsident Nicolas Maduro
El hombre fuerte de Caracas, Nicolás Maduro.Imagen: Reuters/C. Garcia Rawlins

Este lunes (12.2.2018), el fiscal general de Venezuela aseguró que en Colombia se estaba orquestando una agresión armada contra su país. Tarek William Saab aludió a un supuesto proyecto de ocupación “a sangre y fuego”, secundando la denuncia hecha tres días antes (9.2.2018) por otro prominente chavista, Roy Chaderton: el excanciller sostuvo que Venezuela estaba sitiada y que cabía esperar la invasión de su territorio. La alarma coincidió con una semana de sucesos y anuncios nada halagüeños para el régimen de Nicolás Maduro.

El 7 de febrero, el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, culminó una gira por América Latina y el Caribe dejando en el aire la amenaza de sanciones contra la petrolera estatal venezolana. Al día siguiente, el Parlamento Europeo solicitó redoblar las medidas punitivas contra el estamento chavista, Maduro incluido. El mismo 8 de febrero, tras visitar el poblado fronterizo de Boa Vista, el ministro de Defensa brasileño prometió tomar medidas urgentes para responder al incremento del flujo migratorio proveniente de Venezuela.

Tensión en las fronteras

El 9 de febrero se registró alta tensión en el puente que comunica a la ciudad venezolana de San Antonio del Táchira con la colombiana Cúcuta, donde comenzaron a regir protocolos de acceso más estrictos; Migración Colombia recibió apoyo del Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía colombiana y tanquetas fueron movilizadas cuando algunas personas intentaron eludir los controles. Al mismo tiempo, en Washington, se oyeron voces aparentemente convencidas de que un cambio de Gobierno podría ocurrir pronto en Venezuela.

Como muestra, un botón: el estadounidense Francisco Palmieri, subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, recomendó mantener a los refugiados venezolanos cerca de la frontera de su país, alegando que todos ellos “quieren regresar a casa cuando la democracia y el orden institucional sean restablecidos”. Otro ejemplo: “El mundo apoyaría a las Fuerzas Armadas de Venezuela si decidieran proteger al pueblo y restaurar la democracia derrocando a un dictador”, declaró el senador republicano Marco Rubio.

Tensión entre Caracas y Bogotá

Leyendo entre líneas

Veinticuatro horas más tarde, Brasil y Guyana acordaron colaborar más estrechamente para combatir el tráfico de drogas, dejando a buen entendedor por qué esa cooperación bilateral debe preocupar a ciertos miembros de la élite que apuntala al Ejecutivo de Maduro. El 11 de febrero, el mandatario boliviano, Evo Morales, cuestionó la “sospechosa presencia” en Colombia del almirante Kurt Tidd, jefe del Comando Sur de Estados Unidos, advirtiendo que “cualquier amenaza militar imperialista contra la paz” en Venezuela sería repelida.

Tidd estaba reunido con el vicepresidente colombiano para hacer un balance de la lucha conjunta contra el narcotráfico; pero Morales no olvida que el oficial estadounidense fue uno de los primeros en argüir que la crisis venezolana podría “obligar a una respuesta regional”, sin aclarar si se refería a mediaciones diplomáticas o a ataques unilaterales como el lanzado por el Pentágono contra Siria. Este cúmulo de hechos y declaraciones puede haber llevado a Saab y a Chaderton a leer entre líneas la proximidad de una injerencia externa.

Los refugiados venezolanos

Ivo Hernández, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Münster, no percibe conspiración alguna en esta constelación de acontecimientos y comunicados. “Lo que veo es una acción parcialmente concertada para responder a la crisis más grande del hemisferio occidental, que es la venezolana. Lo que Tillerson hizo fue enseriar el debate sobre esa catástrofe, que ha convertido un problema humanitario nacional en uno internacional”, comenta el docente en entrevista con Deutsche Welle.

A sus ojos, si los expertos en seguridad de Colombia y Brasil se acercaron recientemente a localidades fronterizas de sus países no fue para planear una incursión hostil en suelo venezolano, sino porque el fenómeno de los refugiados representa un desafío para ellos. “La entrada masiva de venezolanos tiene serias implicaciones para la salud pública y la seguridad nacional de esos Estados. Sus Gobiernos deben proteger tanto a las poblaciones receptoras como a quienes llegan buscando alimentos y medicinas”, subraya.

Éxodo Venezolano afecta a Colombia

Injerencia inesperada

“Esgrimir que Tillerson pasó por América Latina para meter soldaditos de plomo en Venezuela evidencia un pensamiento anacrónico”, acota Hernández. Consultado al respecto por Deutsche Welle, Víctor Mijares, profesor de Ciencia Política en la Universidad de los Andes, con sede en Bogotá, no niega que alrededor de Venezuela se estén trazando líneas de acción para derrocar a Maduro, pero considera que las probabilidades de una intervención militar puesta en marcha desde Colombia son muy bajas.

“Describir una invasión como un riesgo inminente resulta oportuno para Maduro y su entorno. Persuadir a la ciudadanía de que existe un enemigo externo muy peligroso es una práctica recurrente de los Gobiernos autoritarios, sobre todo cuando tienen problemas como los de Maduro: estrecheces económicas severas y poco respaldo popular en un año electoral. Pero, por muy llamativo que sea el despliegue militar de Colombia, éste no puede proyectarse más allá de las fronteras nacionales”, explica el politólogo.

Injerencia inesperada

“Aunque los militares colombianos superan en número a los venezolanos, ellos no tienen disposición ni capacidad para organizar una invasión como la denunciada por Saab y Chaderton”, enfatiza Mijares. “No obstante, es un hecho que Estados Unidos y otros países americanos quieren que Maduro caiga. Más del setenta por ciento de los venezolanos quiere que haya cambio de Gobierno. El escenario actual no es el de una conspiración multilateral contra un Gobierno democrático, sino contra una autocracia”, plantea el especialista.

Según Mijares, la estrategia regional para separar a Maduro del poder puede pasar, más bien, por animar a las propias Fuerzas Armadas venezolanas a perpetrar un golpe de Estado. “Tillerson dijo muy claramente que él no descartaba esa opción. Creo que la idea es cercenar las líneas de suministro del narcotráfico desde y hacia Venezuela porque, según agencias estatales estadounidenses, buena parte del funcionamiento del establishment chavista es financiado por el tráfico de drogas, sobre todo tras la caída de los precios del petróleo y de la producción nacional de crudo”, dice el profesor de la Uniandes.

Realpolitik sin contemplaciones

“En una segunda etapa se podría apelar a un embargo petrolero y a un bloqueo fronterizo para contener el éxodo de venezolanos. Desde luego, eso agravaría la crisis humanitaria del país, pero también golpearía directamente a los altos mandos de la institución castrense para persuadirlos de que su mejor opción es remover a Maduro de la presidencia. El propio Departamento de Estado informó que no perseguiría a los militares que se alcen para restablecer el orden constitucional en Venezuela”, asevera Mijares.

Tal como lo describe el docente de Bogotá, este procedimiento es la encarnación de la Realpolitik más pura y dura; el costo humano implícito no parece tener mayor peso. ¿Puede un plan como éste funcionar como un reloj? “Eso está por verse. Después de todo, para garantizar su propia supervivencia, también el régimen de Maduro se ha mostrado dispuesto a sacrificar a la población de Venezuela”.

Autor: Evan Romero-Castillo (EAL)