''...y se hizo el hipertexto...''

Hoy prácticamente nadie es inmune a la llamada Word Wide Web. La famosa "tripledobleú", "tripledoblevé" o "dobleúve-dobleúve-dobleúve" fue inventada hace exactamente quince años en un instituto tecnológido suizo que, en apariencia, nada tiene que ver con las computadoras: el Centro de Investigación Nuclear CERN, con sede en Ginebra.

Primero fue Internet

En aquel entonces, ninguno de sus descubridores imaginó la importancia que esta tríada de letras habría de lograr. Era el final de la década de los ochenta cuando el físico británico Tim Berners-Lee y su colega belga Robert Cailliau tuvieron la idea de conformar una enorme red de información, de alcance mundial. Ya existía Internet, pero era utilizado solamente por parte de la comunidad científica.

"Aún necesitábamos un estándar unificado. Había datos disponibles al acceso internacional, pero requerían tal o cual tipo de terminal, alguna contraseña o incluso pago por los servicios", relata Cailliau.

Así, el reto consistía en encontrar un sistema homogéneo que permitiera ver los documentos y también encontrar enlaces relacionados con el tema. Con ayuda de un "navegador", término poco conocido en aquellos días, se abriría la llave a grandes cantidades de información almacenadas en servidores.

"…y se hizo el hipertexto...''

Berners-Lee fue quien eligió a Internet como la plataforma apropiada para desarrollar la red mundial de información. Para entonces él y Cailliau ya habían inventado el apelativo word wide web, que hoy es sinónimo de Internet. "Si las cosas funcionaban, el resultado no podía ser menor que el planeta entero", señala éste.

También fue el científico inglés quien comenzó a desarrollar programas computarizados basados en el llamado ''hipertexto''. Éste permitiría a los usuarios transitar de documento en documento sin necesidad de teclear complicados comandos. Como es natural, había ideas similares. ¿Por qué, entonces, se impuso finalmente el protocolo http://www?

"La característica especial de este nuevo estándar era lo sencillo de su funcionamiento. Los usuarios podían ahora encontrar páginas y leer todo aquello que desearan. En otras palabras, podían sumergirse en un enorme universo de documentación e información", recuerda el científico belga.

La reina del teclado

Una vez desarrollada la herramienta de navegación, ahora había otra tarea pendiente: llenar las expectativas; es decir, cargar a la enorme red con la información necesaria. No hubiera habido demanda si no existía producto.

En 1993 apareció aquel primer navegador con la famosa www. No tenía costo y únicamente estaba protegido con los correspondientes derechos de autor. Pero la idea original es que fuera accesible a todos.

Se trataba de otorgar acceso a Internet a todo aquel que quisiera, y que nadie obligase a nadie a pagar por ello. Con el tiempo las cosas cambiaron. Pero no la hegemonía del protocolo, que ha convertido a la w en la letra más presionada en el teclado, parece tan fresca como el primer día.