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Comercio

2020: “EE. UU. primero” versus “China primero”

Thomas Kohlmann
12 de diciembre de 2019

¿Hacia dónde va la disputa comercial entre Estados Unidos y China? ¿Cuán realista es la posibilidad de un acuerdo? Lo que comenzó como una pugna comercial, se ha transformado en una medición de fuerza de ambos países.

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Bildkombo Donald Trump und Xi Jinping

El 15 de diciembre debían entrar en vigor en Estados Unidos nuevos aranceles contra productos chinos. Es lo que se decía originalmente. En realidad, Donald Trump había amenazado ya en agosto con gravar casi todas las importaciones de China. Pero el asunto fue pospuesto, para continuar negociando.

Pero las prórrogas y las señales de distensión que se han producido no pueden ocultar que no hay indicios de que ambas potencias económicas vayan a superar sus diferencias a corto plazo.

"El conflicto de fondo radica en que Estados Unidos espera de China una política económica diferente, es decir, mejor acceso al mercado chino, mayor margen de movimiento para las empresas estadounidenses en China, y que no se apropien de sus conocimientos tecnológicos”, dice a DW Thomas Jäger, politólogo de la Universidad de Colonia. Trump, que pregona su "America first”, se topó, a su juicio, con una contraparte que desde hace tiempo persigue lo mismo, ya que la política económica exterior de Pekín se guía por la premisa de "China primero”. Ahora, "este conflicto de fondo se refleja en múltiples conflictos menores”, según Jäger.

Alta tecnología, foco de conflicto

Uno de esos conflictos se relaciona con la seguridad en la infraestructura de las redes rápidas de telefonía móvil 5G. Estados Unidos desterró en amplia medida de su mercado a la empresa china Huawei, a la que acusa de tener demasiada cercanía al gobierno de Pekín. Entre sus aliados occidentales, en cambio, todavía se discute sobre la posibilidad de encontrar una vía para seguir colaborando con dicha empresa china.

¿La pregunta, en definitiva, es: se puede trabajar con países en los que no se confía? El economista Gabriel Felbermayr puso eso a debate recientemente, en una conversación con la edición dominical del Frakfurter Allgemeine Zeitung. Las consecuencias para las cadenas globales de suministros serían dramáticas, según el presidente del Instituto de Economía Mundial de Kiel. "Si Estados Unidos no suministra más chips a China, los fabricantes de celulares tendrán que cerrar allí sus puertas. Y si los chinos no envían más tierras raras, la producción de componentes para displays de iPhone se paralizará en la empresa alemana Merck. Y así sucesivamente”, señala.

Nueva fase de la globalización

Cada vez más expertos creen que la globalización entrará en una nueva fase, debido al conflicto comercial entre Estados Unidos y China. Prevén que en una parte del mundo habrá cadenas de suministro dominadas por Estados Unidos, y en la otra marcará la pauta la tecnología china.

"A largo plazo habrá dos cadenas de suministro: una dominada por Estados Unidos y otra por China”, opina Daryl Liew, quien trabaja para el banco suizo Reyl en Singapur. "Dado que la tecnología china es más barata, probablemente se plegarán a China la mayoría de los países emergentes, incluyendo a los africanos”, afirmó Liew en una entrevista con el portal noticioso Watson.

Sin arreglo a la vista

Nadie sabe cómo seguirá la pugna entre Washington y Pekín. Muchos creen que Trump no desea una escalada, en vista de que habrá elecciones el año próximo en Estados Unidos y no quiere arriesgarse a enfrentar el disgusto de los estadounidenses que tendrían que pagar precios más altos por productos chinos gravados con aranceles punitivos.

"Probablemente habrá un acuerdo superficial, que reportará cierta tranquilidad en el frente arancelario. Pero los problemas seguirán sin ser resueltos. Las posiciones están demasiado distantes”, estima Liew.

Tampoco Thomas Jäger cree que se logre un amplio acuerdo comercial entre Washington y Pekín. Piensa, en cambio, que el conflicto se prolongará y el resto del mundo estará condenado a observar, porque los socios comerciales de Estados Unidos y China carecen de medios de presión para sancionar su proceder.

(ers/cp)

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