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Religiones por la Paz en Lindau: ¡Anímense!

Christoph Strack
23 de agosto de 2019

La 10a Asamblea Internacional de Religiones por la Paz, en Lindau, tuvo representantes de 125 países y despertó gran esperanza. Pero el llamado a rechazar la violencia no fue contundente, opina Christoph Strack.

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Imagen: Ahmad Khalid Photography

La religión también es, a menudo, parte de la agenda política. Y hace tiempo que hay una lucha por ganar importancia, así como un forcejeo por el predominio político en el área de las religiones. Y también por el predominio religioso en la política. Muchas de las iglesias neopentecostales, económicamente poderosas, fueron las que empujaron al poder en Brasil a Bolsonaro, el destructor del medio ambiente, o las que a menudo rezan por Trump. Para ellas, el papa Francisco, tan revolucionario como conservador, es una piedra en el zapato.

Congreso paralelo en Sri Lanka

Siempre en escena está también el wahabismo saudí, que alimenta el fundamentalismo y, al mismo tiempo, apuesta al diálogo. Paralelamente a la reunión de los líderes religiosos en Lindau, en Sri Lanka se llevó a cabo una conferencia por la paz, la armonía y la coexistencia pacífica, cuyo principal protagonista fue el secretario general de la Liga Mundial Islámica, Mohammad Alissa. Alissa es una de las mentes brillantes de la cúpula saudí y donó cinco millones de euros a los sobrevivientes y familiares de las víctimas de los atentados islamistas de Pascuas en Sri Lanka. Si el predominio religioso se dejara en manos de los apóstoles de Bolsonaro o de los saudíes de bosillos repletos, se puede encender una vela por Khashoggi y olvidarse de los valores. De hecho, el islam sunita y Sri Lanka enviaron pocos representantes a Lindau.

Discusiones sobre Cachemira, Bosnia-Herzegovina y Myanmar

"Religiones por la Paz” es una organización no gubernamental que desde hace 49 años se ocupa de conflictos políticos en círculos pequeños. En Lindau hubo momentos complicados, como cuando los delegados de Cachemira abandonaron la reunión a puertas cerradas con hindúes de la India, que alabaron por todo lo alto la democracia y la libertad de expresión en una India que se vuelve cada vez más nacionalista. En otras reuniones se pudo comprobar otra vez cuán profunda es la grieta en Bosnia-Herzegovina, aún después de 25 años de paz.

Y luego está Myanmar, con la crisis de los rohinyá. Representantes de diversas religiones em Myanmar y Bangladesh, también budistas y musulmanes, formularon expectativas bien concretas, así como pedidos al Gobierno en Rangún, para poder terminar con la crisis de manera perdurable.

No se escuchó lo suficiente el llamado a la no violencia

Christoph Strack, de DW.
Christoph Strack, de DW.Imagen: DW/B. Geilert

Pero el gran tema de religión y política, es decir, el estricto rechazo a toda forma de violencia, quedó extrañamente al margen en Lindau. Claro que emociona ver a un cardenal africano abrazar a una india budista, o a un rabino suizo tomar café con un druso, o cuando todo el público demuestra su admiración por una valiente mujer musulmana de Túnez o de Irán. Sin embargo, los representantes religiosos deberían expresar más coraje al tomar posición por su responsabilidad por la paz, lo que la clase política, casi impotente, le está pidiendo. Así tal vez habría resultados más concretos y contundentes.

Es por eso que lo más sensacional de esta asamblea internacional es que una mujer fue elegida secretaria general por primera vez. La musulmana Azza Karam, de 50 años, nacida en Egipto, es una profesora especializada en desarrollo sostenible y una mujer muy apreciada en todo el mundo por su diálogo con las religiones. Cuando se dirigió al podio luego de que los líderes religiosos la eligieran, el miércoles, a puertas cerradas, su presencia desató grandes aplausos y ovaciones de pie. Lo extraño es que Azza Karam no apareció delante de ninguna cámara hasta este viernes al mediodía.

Vientos de cambio

No se trata solo de un cambio generacional, sino también de un cambio de perspectiva acerca de la responsabilidad de los líderes religiosos en asuntos sociales y también en procesos y decisiones políticos. La violencia, que no solo se dirige hacia las religiones, sino que siempre parte de fuerzas religiosas cegadas por el fundamentalismo. En las primeras frases de su discurso, Azza Karam se refirió al abuso que se hace de la religión para promover la violencia, y llamó a hacer un trabajo de pacificación. El llamado era para todos, no solo para las religiones del mundo. Sí, las religiones son un componente fundamental de la comunidad internacional. Sí, los europeos no lo toman demasiado en cuenta. Pero las religiones también deben tomar más en serio las expectativas de la política de que estas participen más enérgicamente en la resolución de conflictos y en la pacificación de las comunidades. De manera sustancial, con autocrítica y honestidad. ¡Anímense!

(cp/jov)

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