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"Cada una de esas vidas terminó abruptamente en Auschwitz"

Julia Hitz
25 de enero de 2022

Más de 40 miembros de su familia murieron en Auschwitz. El presidente de la Conferencia Europea de Rabinos, Pinchas Goldschmidt, habla sobre sus recuerdos familiares y el Holocausto.

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Pinchas Goldschmidt, Rabbiner
Imagen: Kai-Uwe Heinrich/Tagespiegel/imago images

El horror de Auschwitz es parte de la historia familiar del rabino Pinchas Goldschmidt, de 58 años de edad. Nació en Zúrich y, desde 2011, preside la Conferencia Europea de Rabinos. En esta entrevista habla de lo que ocurrió con sus antepasados y formula advertencias para el presente.

DW: Rabino Goldschmidt, hace siete años nos encontramos, un 27 de enero, en la conmemoración de la liberación del campo de concentración Auschwitz-Birkenau. Usted contó que más de 40 parientes suyos habían sido asesinados allí por los alemanes. ¿Cómo hacer sentir a otros lo que significa esa pérdida?

Rabino Pinchas Goldschmidt: En el tema del Holocausto, la gente siempre quiere oír cifras: 1,5 millones de niños asesinados, seis millones de judíos asesinados en la Shoá. Pero los números son finalmente abstractos.

Cuando uno dice mis bisabuelos murieron en Auschwitz, al igual que sus hermanos y las hermanas y hermanos de mi abuelo, entonces las víctimas adquieren nombres y rostros. Cada una de esas víctimas tenía su propia vida, sus preocupaciones, sus alegrías, sus sueños. Eran personas jóvenes o mayores. Y cada una de esas vidas terminó abruptamente en esa maquinaria de la muerte, en Auschwitz.

Sus abuelos sobrevivieron. ¿Qué contaban?

Mis abuelos maternos vivían en Viena. Pero mi abuela enfermó de tuberculosis pocas semanas antes del "Anschluss" (la anexión de Austria al III Reich). Por eso viajó a Suiza, para ir a un sanatorio en las montañas. Cuando se produjo la anexión, se quedaron en Suiza. Eso les salvó la vida.

En el fondo, mis abuelos nunca hablaron del Holocausto… Pienso que era una herida tan atroz en sus corazones… Mi abuelo, en realidad, no abrió nunca más ese capítulo. Los judíos húngaros, entre los que se contaba mi familia, fueron deportados a comienzos del verano de 1944 a Auschwitz, donde fueron pronto asesinados en las cámaras de gas. Ni siquiera se sabe la fecha precisa.

Por eso, los recordamos siempre en la fiesta de Shavuot, que se celebra en verano. Nunca olvidaré cómo se conmovía nuestro abuelo cada Shavuot en la oración conmemorativa. Solo en esas ocasiones lo vi llorar y lo escuché hablar lleno de emoción de sus padres y hermanos que habían sido asesinados.

¿Qué recuerda de su primera visita a Auschwitz?

Visité por primera vez el memorial de Auschwitz-Birkenau con mi mujer, Dara, y con Ronald Lauder, en 1998. Lauder comenzaba en ese entonces a respaldar, con su fundación, el mantenimiento del sitio conmemorativo. Me llevó a ese viaje, que fue muy emotivo para mí. Ver en el museo esos cerros de zapatos infantiles fue algo que no olvido.

¿Cuán presentes están en su generación aquellos familiares asesinados en la Shoá?

Solo un detalle: mi bisabuela, la madre de mi abuelo, se llamaba Mariam Golda. Hace dos años tuvimos una nieta, hija de nuestra hija que vive en Estados Unidos. Se llama Mariam Golda. Es la primera de la familia en recibir ese nombre. Ahora tengo una nieta que lleva el nombre de mi bisabuela.

El número de sobrevivientes del Holocausto, ya muy mayores, va disminuyendo rápidamente…

Sí, desgraciadamente los últimos sobrevivientes están abandonando este mundo. Sus testimonios ya no seguirán siendo parte de nuestra vida. Pero seguirán siendo parte de nuestra historia.

¿Qué cambiará cuando ya no queden testigos?

El gran peligro es que todo se convierta en una cifra, un aniversario o una estadística, así como la Primera Guerra Mundial o las Guerras Napoleónicas. Pero es mucho más que eso. Es algo muy diferente.

Europa, como la conocemos hoy, fue construida sobre los crematorios de Auschwitz. De allí surgió el objetivo de no seguir nunca más la senda del antisemitismo, el odio racial o el colonialismo. La Europa de hoy vuelve a sufrir fuertes turbulencias políticas. Pero jamás debemos olvidar lo que puede ocurrir si no se respetan los valores fundamentales.

¿Parafraseando a Primo Levi: "Ha ocurrido y, en consecuencia, puede volver a ocurrir"?

Sí. Desgraciadamente, la historia se puede repetir. Oramos y esperamos que jamás vuelva a haber algo como Auschwitz. Pero tenemos que educar a nuestros hijos de la forma correspondiente y debemos asegurarnos, con más determinación, de que se mantenga ese "nunca más". Y no olvide que es el silencio de la mayoría lo que permite a la minoría destruir el mundo.

En tiempos de la pandemia de COVID, se multiplican en manifestaciones en Alemania y Austria escenas en que opositores a las vacunas o las mascarillas se remiten a la persecución de los judíos. A veces llevan una estrella amarilla en la ropa, o comparan su situación con la de los campos de concentración. ¿Qué siente cuando ve eso?

Es la trivialización de una tragedia. No quiero pronunciarme sobre el derecho de la gente a vacunarse o no. Pero utilizar imágenes y símbolos del Holocausto para llamar la atención es una horrible caricatura.

Pinchas Goldschmidt, nacido en 1963 en Zúrich, es uno de los rabinos más prestigiosos de su generación. Desde 1993, es rabino mayor de Moscú y, en julio de 2011, fue elegido presidente de la Conferencia Europea de Rabinos. También promueve el diálogo interreligioso y se ha reunido varias veces con el Papa Francisco.

(er/rml)