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Crisis made in USA

DW-WORLD/pk30 de septiembre de 2008

Los comentaristas europeos señalan sobre todo a EE. UU. como culpable de la crisis financiera que sacude al mundo.

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Crisis financiera: un agujero negro en Wall Street.Imagen: AP

¿Pura improvisación?

THE DAILY TELEGRAPH, Londres: "En la gestión de las recientes bancarrotas bancarias, el gobierno británico quiere dar la impresión de operar en forma decidida e imaginativa, pero la confianza en la capacidad de conducción económica de los laboristas disminuye. El ministro de Finanzas, Alistair Darling, pasó el fin de semana en negociaciones para salvar al banco hipotecario Bradford & Bingley de tal forma que las consecuencias para el contribuyente sean mínimas y el riesgo se reparta lo más posible dentro del propio sistema bancario privado. Darling merece ser alabado por ello. Pero debe estar permitido preguntarse por qué el ministerio de Finanzas esperó para actuar hasta que el banco quebrara. Ello da la impresión de que, en esta crisis, el ministerio improvisa."

Una ley desesperada

LA REPUBBLICA, Roma: "En el corazón de la catástrofe financiera hay un agujero negro. Y todos nosotros nos hallamos al borde de ese abismo, abierto por el fracaso del presidente norteamericano. Ese presidente no está más ni siquiera en condiciones de lograr el apoyo de su propio partido político para aprobar una ley desesperada con el objetivo de aliviar una situación extrema. Más que un 'segundo Pearl Harbour', como dijo el súper inversionista Warren Buffet, estos días lo que está sucediendo en realidad es un 'segundo 11 de septiembre'".

Vendiéndose uno a otro los créditos

TROUW, Amsterdam: "La crisis no sólo comenzó en Estados Unidos, sino que fue provocada por Estados Unidos. Durante muchos años, tanto el gobierno como los ciudadanos norteamericanos acumularon deudas en dimensiones absurdas, generándose la impresión de que nunca tendrían que ser pagadas realmente. Los ciudadanos debían pagar los créditos que habían tomado confiando en que el valor de sus inmuebles seguirían siempre subiendo, mientras que los bancos creían poder evadir los inmensos riesgos en los que incurrían simplemente vendiéndose unos a otros los créditos. En el ínterin, también los estadounidenses y los británicos reconocen que entre el capitalismo anglosajón y el capitalismo de Europa continental existen grandes diferencias. En el pasado, una y otra vez nos pusieron como ejemplo de cómo no debían hacerse las cosas. Por suerte no abandonamos nuestros métodos, con la feliz consecuencia de que ni el Estado ni los ciudadanos están tan endeudados como en Gran Bretaña y EE. UU.