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Cumbre de "emergencia diplomática"

15 de marzo de 2003

El presidente estadounidense, que se reunirá el domingo con los gobernantes de Londres y Madrid, sorprendió este viernes a la opinión pública internacional anunciando una nueva iniciativa de paz para el Medio Oriente.

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Bush y sus aliados: cónclave en las Azores.

Ante la imposibilidad de conseguir al menos el respaldo mayoritario del Consejo de Seguridad para una resolución que legitime la proyectada intervención militar contra Irak, Estados Unidos sigue aplazando la votación. Incluso hay quienes dudan de que llegue a tener lugar la semana próxima. Porque a medida que el tiempo transcurre, menos se vislumbra un acuerdo.

Ricardo Lagos
El presidente chileno, Ricardo Lagos.Imagen: AP

Chile, uno de los 6 países inicialmente "indecisos", ya optó por rechazar la propuesta británico-estadounidense-española en su forma actual y propuso, en cambio, dar un plazo de tres semanas a Bagdad para cumplir 5 exigencias de desarme. Aunque, según fuentes diplomáticas, la propuesta chilena coincide en amplios aspectos con la que planteó Gran Bretaña, no contempla en cambio un mecanismo automático para emprender las operaciones militares, sino una nueva reunión para evaluar el acatamiento iraquí de las demandas. Pero la iniciativa ya se topó con un categórico rechazo de Washington, de manera que tampoco ofrece una salida real a este callejón diplomático.

Reunión de halcones

No obstante, la Casa Blanca aún no desiste y convocó a una cumbre de urgencia para el domingo, en las Azores, donde el presidente George Bush se reunirá con el premier británico, Tony Blair, y el jefe del gobierno español, José María Aznar. La breve lista de invitados pone de manifiesto que no se trata de negociar acuerdos sino, a lo sumo, de buscar una solución al impasse que aflige a los "halcones" en el consejo de Seguridad. Sabido es que Blair ha instado permanentemente a Bush a no abandonar el cauce de la ONU pero, tras su fallida iniciativa de hace dos días, difícilmente tendrá nuevas alternativas que ofrecer.

Sea como fuere, es probable que en las Azores se tomen las decisiones claves: presentar una nueva propuesta al Consejo de Seguridad, capaz de librarse de un veto o de conseguir al menos una mayoría que sirviera de disculpa moral para emprender la guerra sin el mandato formal de la ONU; o dar definitivamente la batalla diplomática por perdida, con las consecuencias que ello implique.

La carta palestina

Hasta el domingo también se habrán podido evaluar las reacciones al último as que se sacó de la manga el presidente Bush, al anunciar inesperadamente una nueva iniciativa de paz para el Medio Oriente. El conflicto palestino-israelí, desplazado por semanas del centro de atención internacional, vuelve a ponerse en el orden del día en momentos en que la Casa Blanca necesita más que nunca el apoyo árabe, puesto a prueba por los planes de guerra contra Irak.

Durante mucho tiempo se reprochó a Bush descuidar el tema, aunque lo incluyó en su bosquejo del nuevo orden que piensa instaurar en la región tras el derrocamiento de Saddam Hussein. Ahora, el presidente por lo visto trata de acallar tales críticas. Su anuncio ya ha obtenido un eco internacional favorable, sobre todo entre israelíes y palestinos. Sin embargo, si abriga la esperanza de atenuar con ello las resistencias europeas y árabes contra su intención de atacar a Irak, el resultado es incierto. Por mucho que se esfuerce la Casa Blanca, no resulta en absoluto evidente la relación entre el problema iraquí y el palestino, salvo la de que una guerra contra Bagdad inducirá mayores resentimientos en el mundo árabe y, en consecuencia, podría alimentar una nueva ola de violencia fundamentalista.