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De Berlín hacia Bonn en el "tren de la COP23"

Jens Thurau
4 de noviembre de 2017

¿Viajar en tren en vez de volar en avión? Para salvar a Fiyi y otros países, se necesitarán medidas más ambiciosas. En el trayecto hacia la COP23, Jens Thurau habló con algunos de los delegados del Pacífico Sur.

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ICE-Sonderzug "Train to Bonn" zur 23. UN-Klimakonferenz
Imagen: picture alliance/dpa/M. Gambarini

"Naturalmente, lo mejor sería que todos los participantes en la COP23 vinieran como lo hacemos nosotros: ¡en tren!” El embajador de las Islas Fiyi en Alemania, Deo Saran, habla en algún lugar entre Berlín y Wolfsburgo, en el vagón 24 de un transporte ferroviario con rumbo hacia la Conferencia Climática Mundial. Pero, claro, no será posible su deseo.

Más de 190 países enviarán a 20.000 delegados, periodistas y activistas por la naturaleza hacia Bonn, donde el próximo lunes comenzará el encuentro COP23: la 23. Conferencia Climática Mundial de la Organización de las Naciones Unidas. Cerca de 250 de ellos se encuentran en este tren especial. El embajador opina que, siempre que sea posible, es necesario descartar los viajes en avión. "Todo aquel que evita generar gases tóxicos, contribuye. Después de todo, somos una sociedad global y estamos en el mismo viaje.”

Publicidad para los trenes alemanes

Las Islas Fiyi asumen la presidencia del masivo encuentro a orillas del Rin. Alemania sirve como sede. El tren especial, patrocinado por la Deutsche Bahn, transporta a estos 250 delegados a Bonn, la ciudad sede de la conferencia, de modo favorable para la ecología, y también para la imagen de la empresa. Está claro que se trata de una fuerte autopromoción: Richard Lutz, el número uno de la Deutsche Bahn, anuncia por altavoz que el consorcio reducirá a la mitad sus emisiones de gases contaminantes hasta el año 2030. Las rutas más largas serán impulsadas pronto por energía obtenida ecológicamente. ¡A toda velocidad hacia el futuro sustentable!

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Fiyi en los reflectores

Para las islas del Pacífico Sur, quizá todo esto llegue demasiado tarde. En un vagón trasero viaja Frances Namoumou, encargada para cuestiones ecológicas del Consejo Pacífico Eclesiástico en Fiyi. Ella se refiere al Acuerdo de París de 2015, cuyos signatarios se comprometieron a limitar a un máximo de dos grados el calentamiento global, aunque una meta ideal sería detenerlo en 1,5 grados.

UN-Klimakonferenz 2017 in Bonn | Train to Bonn
De der. a izq.: Barbara Hendricks, ministra alemana de Medio Ambiente, Deo Saran, embajador de Fiyi en Alemania, y Richard Lutz, ejecutivo de Deutsche Bahn.Imagen: DW/J. Thurau

"Para nosotros se trata de una diferencia abismal. Los dos grados que en todos lados celebran, son para nosotros casi como una declaración de muerte”, dice. Relata, además, cómo en su país ya ha tenido que ser evacuado un primer puerto de cerca de 200 habitantes. Éstos viven ahora en la parte alta de su isla, dice la delegada. Ahí están protegidos de las mareas cada vez más altas, y de las tormentas. "Pero han perdido su hogar y sus habilidades tradicionales en la pesca. Es triste. Pero no hay otra solución actualmente.”

¿Demasiado tarde?

El calentamiento global es un proceso tan adelantado, que las Islas Fiyi solo se salvarán -si es que acaso esto aún fuese posible- si dicho calentamiento se reduce a 1,5 grados. Es difícil saber si los países reunidos en Bonn serán capaces de llegar a un acuerdo para ajustar de nuevo sus metas climáticas. Estimaciones indican que los objetivos acordados en París podrían resultar en un calentamiento máximo de tres grados, en promedio.

Frances Namoumou, delegada del Pacífico Sur, describió la grave situación de la región.
Frances Namoumou, delegada del Pacífico Sur, describió la grave situación de la región.Imagen: DW/J. Thurau

Pero la COP23 ofrece la oportunidad de, por lo menos, dar mayor visibilidad a la precaria condición en la cual se encuentran ya algunos países en el Pacífico Sur. También la de Tuvalu, que como Fiyi es un país isleño, aunque no de origen volcánico. Es por eso que no cuenta con partes altas en las cuales los habitantes se puedan refugiar, dice Tafue Lusama, presidente de la Cruz Roja en aquel lugar. "En mi país no hay quien no resulte afectado por el calentamiento global, y en todos los ámbitos de la vida”, subraya. Él también pugnará en Bonn por un máximo de 1,5 grados de calentamiento global.

El diablo está en el detalle

La socialdemócrata alemana Barbara Hendricks, ministra de Medio Ambiente, también hace énfasis en la vulnerabilidad de los pequeños países isleños. "En el Acuerdo de París se especifica como un punto importante un aumento máximo claramente por debajo de los dos grados. Tenemos que ser ambiciosos y acercarnos a la meta de 1,5 grados. Los Estados del Pacífico tienen razón cuando dicen que sobre todo los países del norte deben hacer más”, afirma la funcionaria germana a DW.

Tafue Lusama, presidente de la Cruz Roja de Tuvalu.
Tafue Lusama, presidente de la Cruz Roja de Tuvalu.Imagen: Dw/J. Thurau

Pero Hendricks también señala que la conferencia de Bonn resultaría un éxito si los participantes logran acordar normas comunes para definir sus metas climáticas vigentes a partir de 2020. Por ejemplo, cómo deben ser comunicados los avances de cada país. "En este aspecto, el diablo suele esconderse en los detalles”, admite.

Si es que caso no es posible alcanzar acuerdos para establecer el nuevo límite en 1,5 grados de calentamiento global, la conferencia de Bonn debería servir para, por lo menos, acercarse al de dos grados.