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¿Debe temer Turquía a las sanciones económicas de EE.UU?

Uwe Hessler
10 de octubre de 2019

Donald Trump ha amenazado con "destruír y aniquilar totalmente" la economía turca si Ankara se sobrepasa en su campaña contra las fuerzas kurdas, en el norte de Siria. ¿Tomará Erdogan las palabras de Trump en serio?

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Trump und Erdogan
Imagen: picture-alliance/AP Photo/T. Zenkovich

No se habrían necesitado tantos tuits y declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para demostrar que la política de su país en Siria y el resto de Medio Oriente se encuentra un estado de confusión. El Presidente de EE.UU. decidió retirar sus tropas de la zona. Esto significó que su par de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, pudiera lanzar sin oposición la campaña en contra de las fuerzas kurdas en el norte de Siria. Los kurdos de Siria fueron un gran aliado de Washington en su lucha contra el Estado Islámico.

Sin embargo, tras una gran presión por parte del Congreso y del Pentágono, Trump, de algún modo, decidió dar marcha atrás y advirtió a Ankara que si Turquía hacía "cualquier cosa, fuera de lo que consideramos humano", el país euroasíatico podría "sufrir una caída económica extremadamente grande". La amenaza publicada por la Casa Blanca fue una versión más suave que la del mandatario estadounidense, quien a través de su cuenta de Twitter habló de "destruír y aniquilar totalmente" la economía turca.

Si de sanciones a otros países se trata, Trump actúa normalmente sin aviso previo o sin ningún intento de negociación seria. Su modus operandi se está volviendo familiar: gritar, amenazar, castigar. Luego viene una supuesta oferta generosa para hablar uno a uno, como sucedió con Corea del Norte y la Unión Europea. Es posible que el Presidente turco no esté realmente preocupado por las recientes declaraciones de Trump, guiado por su "gran e inigualable sabiduría".

Relaciones tensas

Aunque la lira turca se devaluó después de los tuits de Trump, ha resultado notable hasta ahorala habilidad de Erdogan para evitar consecuencias económicas masivas de los altercados en las relaciones bilaterales. Ankara ha podido eludir sanciones por la compra de un sistema ruso de defensa antimisiles y otras por un proyecto multimillonario con Irán.

Erdogan fue capaz de burlarse de las sanciones de Washington, tras la detención del pastor norteamericano Andrew Brunson, quien posteriormente fue liberado. El mandatario turco ordenó sanciones recíprocas contra dos funcionarios estadounidenses, declarando que "aquellos que creen que pueden hacer que Turquía retroceda con sanciones ridículas no han conocido a esta nación".

La tensión entre estos dos aliados de la OTAN se ha extendido al comercio. En marzo 2018, la administración de Trump impuso aranceles de 25% y 10% a importaciones de acero y alimunio a sus socios comerciales, incluído Turquía. En junio, el país euroasiático respondió imponiendo aranceles a bienes estadounidenses, incluídos el papel y el carbón, por un monto de 1.800 millones de dólares .

Pero, aunque el comercio de bienes y servicios puede parecer modesto, Turquía no podría permitirse nuevas sanciones por parte de Estados Unidos en este momento. Su moneda ha caído casi un 40% en los últimos dos años. Y en 2018 la economía turca experimentó una profunda recesión de la que apenas está empezando a recuperarse.

Las opciones de Erdogan

Si las sanciones de EE.UU. contra Turquía se hacen efectivas, tendrían el potencial de dañar severamente la economía del país. Por otra parte, las sanciones rara vez funcionan cuando no están en juego los intereses nacionales fundamentales de un país.

Por ejemplo, las duras sanciones que dañaron la economía de Rusia tras anexar Crimea en 2014, no lograron que Moscú devolviera la península o que pusiera fin a su apoyo a los separatistas ucranianos. Irán tampoco quiso hacer concesiones en su programa de misiles, a pesar de las grandes sanciones que redujeron su PIB en un 6%, el año pasado. Y el gasoducto Nord Stream 2 que conecta Alemania y Rusia parece estar avanzando a pesar de las amenazas de Trump de sancionar a las compañías involucradas.

Con su guerra económica, Donald Trump ha conseguido que los lazos entre Ankara, Moscú y Teherán sean más estrechos.

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