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Estados Unidos y armados

Rachel Gessat / Evan Romero-Castillo13 de abril de 2012

El miembro de un comité de vigilancia de Florida que mató a un adolescente desarmado será enjuiciado, pero es poco probable que el caso propicie la reforma de las leyes de uso de armas en EE.UU., famosas por su laxitud.

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Imagen: picture alliance/dpa

Hace dos meses en Florida, un adolescente afroamericano iba camino a casa cuando George Zimmerman, miembro de un comité de vigilancia autonombrado, lo avistó y lo percibió como un peligro potencial para su vecindario. El joven de 17 años, Trayvon Martin, le pareció “sospechoso”, declararía Zimmerman más tarde. El vigilante siguió a Martin y le habló. Aunque los sucesos siguen siendo opacos para los investigadores, está claro que hubo un altercado entre ambos: Zimmerman tomó su arma de fuego y asesinó al adolescente.

Cuando la policía arribó al lugar de los hechos, averiguó si la víctima tenía antecedentes judiciales o no y dejó ir a Zimmerman cuando el vigilante aseguró que había actuado en defensa propia. Puede que a muchos les sorprenda esta decisión, pero los agentes del orden no violaron la ley al dejar libre a un sospechoso de asesinato: la regulación del uso de armas en Florida es particularmente laxa, en comparación con las leyes de otros estados del país norteamericano. Allí impera la filosofía de “stand your ground (defiende tu territorio)”.

Y ese principio tiende a legitimar mucho más que la violencia en defensa propia, explica el politólogo Christian Lammert, del Instituto John F. Kennedy en la Universidad Libre de Berlín. “La ley le permite a los estadounidenses disparar contra cualquier persona, si se sienten amenazados por ella”, sostiene el experto, enfatizando que no es sólo en Florida donde la impresión subjetiva es argumento suficiente para justificar un homicidio con arma de fuego. Esta situación ha sido propiciada por la Corte Suprema de los Estados Unidos.

George Zimmerman Trayvon Martin
George Zimmerman (izquierda) asesinó a Trayvon Martin (derecha) en febrero de 2012.Imagen: Reuters

En repetidas ocasiones, este tribunal, la máxima instancia jurídica del país, ha revocado los veredictos que restringen el uso de armas. Si el caso de Trayvon Martin consigue persuadir a las autoridades de reexaminar el derecho a la defensa propia, será sólo porque la violencia y el racismo –dos tópicos delicados para la sociedad estadounidense– han jugado un papel destacado en este episodio. Los prejuicios de Zimmerman no sólo lo llevaron a ver a Martin como sospechoso, sino también, según algunas fuentes, a llamarlo “maldito negro”.

Poderoso lobby

La comunidad afroamericana salió a la calle durante semanas para demandar una investigación judicial del caso. Ella tiene los hechos a su favor cuando denuncia que en la policía estadounidense prevalecen creencias y actitudes racistas. “Los negros son expuestos a controles y a la violencia de los gendarmes con mayor frecuencia que cualquier otro grupo”, confirma Lammert.

El caso de Trayvon Martin llevó al hombre fuerte de Washington, Barack Obama, a dirigirse a la nación con un emotivo discurso: “Si yo tuviera un hijo, se parecería mucho a Trayvon Martin”. Su ministro de Justicia, Eric Holder, quien promueve desde hace años el endurecimiento de la ley de uso de armas, fue más allá y ordenó que se investigara minuciosamente si Zimmerman había actuado en defensa propia o movido por creencias racistas.

Eric Holder Justizminister USA
Eric Holder promueve el endurecimiento de las leyes de uso de armas en Estados Unidos.Imagen: AP

Sin embargo, Lammert no cree que las dimensiones del debate actual conduzcan a la reforma de las regulaciones de armas en Estados Unidos. “Quienes hacen cabildeo a favor de la posesión de armas son tan poderosos, que hasta consiguieron liberalizar las leyes alusivas”, comenta el especialista. Los amantes de las armas son apoyados por las empresas de seguridad, cuyos servicios están ampliamente difundidos en el país y una de cuyas metas es la privatización de las tareas y facultades actualmente atribuidas a la policía.

No obstante, el lobby de grupos como la Asociación Nacional del Rifle no es el único factor que impide reducir la laxitud de las leyes para el uso de armas en Estados Unidos. Los sondeos de opinión revelan, una y otra vez, que la mayoría de la población defiende el artículo de la Constitución que les otorga el derecho de poseer un arma. “Poder defenderse a sí mismo; esa ha sido una de las constantes de la identidad estadounidense; desde los tiempos del ‘salvaje oeste’ hasta hoy”, señala Lammert.

Autores: Rachel Gessat / Evan Romero-Castillo
Editora: Rosa Muñoz Lima