Luciana nació en una familia de agricultores. Sin embargo, "en mi familia la agricultura no era algo para las nenas de la casa”, dice la joven. Luciana decidió no obstante irse a vivir y trabajar al campo, el lugar que ama y conoce desde siempre. Hoy, junto con su pareja lleva adelante una huerta ecológica. Para Isabel la experiencia fue muy diferente. Junto a su familia, se mudó al campo desde Montevideo. Nunca antes había trabajado en el miedo rural. Pero sacó adelante un emprendimiento de quesos naturales fabricados con leche de cabra, oveja y vaca. "Hay días enteros en que estamos solas con mi hija, y no tenemos ningún problema,” dice Isabel. Cristina en cambio es "peona” de campo: trabaja como empleada en una finca cuidando el ganado. Su medio natural y su felicidad es la campaña. Y se ha agrupado con otras mujeres rurales, porque en la unión está la fuerza, dice esta mujer que ha desarrollado un lenguaje para comunicarse con sus vacas. Uruguay avanza decididamente en políticas de género para la mujer rural. Para eso, el gobierno nombró a una mujer con experiencia sobre el terreno en la Dirección del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca también. Fernanda Maldonado también vive en el campo y viaja todos los días a Montevideo para desde allí, apoyar a los productores y productoras de campo. Conoce bien la discriminación de la mujer en el campo, pero también la vive en carne propia en el mundo de la política. Según el Ministerio de Agricultura, "en Uruguay, las mujeres rurales y del agro afrontan brechas de acceso a la tierra, los recursos productivos y la asistencia técnica, así como una segregación horizontal en la educación técnica agropecuaria. Esto ha impulsado un proceso de masculinización del mundo agropecuario, disminuyendo la autonomía económica de las mujeres del sector”. Son un grupo en desventaja, como reconoce Fernanda Maldonado. Pero con ayudas como subsidios, asesorías técnicas y con la organización en grupos de las mujeres rurales, se están dando enormes avances. En todo caso, lo que tienen en común estas mujeres ha sido una decisión consciente sobre una forma de vida, una lucha y una fuerza que les permite desplegar toda su femineidad en un medio tan duro y tradicionalmente masculino como el campo.