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El acuerdo de la UE aplica el modelo equivocado

26 de julio de 2020

El acuerdo sobre la deuda común europea fue anunciado por muchos políticos como un "momento histórico". Sin embargo, ¿Es también la decisión histórica correcta? Desafortunadamente no lo es, opina Andreas Noll.

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Symbolbild  EU-Wiederaufbaufonds
Imagen: Imago Images/C. Ohde

El relato suena convincente. Un fondo de recuperación devolverá la fuerza a una Unión Europea que atraviesa dificultades económicas como resultado de la pandemia del coronavirus y enviará también una señal de solidaridad. Los países más fuertes ayudan a los más débiles. Como esta solidaridad debe vincularse con la gratitud, el programa también frenará a los populistas. Más dinero de Bruselas significa menos votos para los euroescépticos como Salvini y compañía. Esa es la ecuación, que por desgracia rara vez ha funcionado en el pasado.

En contraste, pueden darse patrones ya conocidos. Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos organizó un fondo de recuperación para Europa con su Plan Marshall, que se convirtió en una leyenda. Sin embargo, actualmente hay poco que construir en Europa, no hay escasez de alimentos que aliviar. Después de todo, ya hay mecanismos de financiación: subsidios de desempleo, trabajo de jornada reducida, pensiones o contribuciones al seguro de salud. En tiempos de crisis la seguridad social es aún más cara y la mayoría de los presupuestos nacionales ya están bajo presión. Y para resolver estos agujeros presupuestarios, la UE es el lugar más inadecuado que se pueda pensar.

Deudas buenas y malas

No se puede hablar de los subsidios de desempleo sin haber discutido antes sobre la duración y la magnitud de la ayuda. No se puede hablar de pensiones sin hablar de la edad de jubilación. No obstante, ningún país de la UE quiere dar a los votantes extranjeros la posibilidad de opinar sobre sus propios asuntos presupuestarios, y menos aún a aquellos países que son particularmente elocuentes a la hora de pedir ayuda.

Porträt Andreas Noll
Andreas Noll, periodista de DW.Imagen: Privat

Los políticos que promueven el rescate saben que el financiamiento estatal "normal" a través de la comunidad no puede ser transmitido a los ciudadanos y hacen hincapié en que no se trata de las "viejas deudas malas", sino de las "nuevas deudas buenas". Por eso se están definiendo los proyectos futuros para que Europa sea más fuerte. Por supuesto, nadie piensa en una nueva edición de los aeropuertos fantasma de España que se construyeron con dinero de la UE, pero ¿quién garantiza que las cosas irán mejor esta vez? Después de todo, hay que gastar más dinero en menos tiempo. Los ciudadanos también han identificado los puntos de conflicto: en Bulgaria están manifestándose por el temor de que el dinero de Bruselas vuelva a desaparecer por el camino.

¿Cómo convertirse en un buen europeo?

Eventualmente, la generación más joven pagará por la lluvia de dinero de Bruselas. El sociólogo griego Michael Kelpanides ha hecho un complejo estudio para medir la conciencia europea de esta generación. Y fue a donde la comprensión de las necesidades de los demás debería ser particularmente grande: la escuela europea más antigua del continente en Luxemburgo. Su desencantadora conclusión es: "el acercamiento de grupos nacionales muy heterogéneos que antes se conocían muy superficialmente les hace conscientes de lo diferentes que son en realidad; y este reconocimiento, en lugar de cohesión, puede tener como consecuencia una separación intencionada entre ellos".

El estudio de Kelpanide es solo una pieza del rompecabezas, pero muestra que quien crea en la maravillosa idea de la integración europea no debe exigir mucho a los ciudadanos.

Los proyectos alternativos

Sin embargo, ahora que la suerte está echada, la UE debería dirigir el dinero hacia donde los europeos realmente necesitan fortalecerse juntos en el futuro. Por ejemplo, en la defensa común europea. Sin embargo, con 7.000 millones de euros, ese tema no se duscutió mucho durante las negociaciones.

La UE también podría ir en dirección a las señales más bonitas de solidaridad que se han dado durante la crisis en Europa. Varios países de la UE (y Suiza) han acogido a pacientes gravemente enfermos por COVID-19 procedentes de hospitales superpoblados del norte de Italia o del este de Francia. Un registro europeo de camas de cuidados intensivos, la promesa de que en tiempos de crisis todos los estados de la UE se ayudarán mutuamente en la atención sanitaria sin necesidad de burocracia, compartir las plazas de hospital, intercambiar medicamentos y no retener las mascarillas, serían señales históricas. Una señal para la que ni siquiera sería necesario poner carteles que dijeran "financiado con fondos de la Unión Europea".

(ju/lgc)

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