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Fútbol en Argentina: entre la política y las "barras bravas"

Tobias Käufer desde Buenos Aires
4 de agosto de 2022

En Argentina, estrellas de televisión, sindicalistas y presidentes participan en el fútbol, que no es solo un deporte, sino también un juego por el poder. Las "barras bravas" también luchan por sus zonas de influencia.

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Hinchas del club Boca Juniors, en Buenos Aires.
Hinchas del club Boca Juniors, en Buenos Aires.Imagen: Victor R. Caivano/AP Photo/picture alliance

Noticias como esta producen conmoción en el fútbol argentino: Hugo Moyano no se presentará como candidato a presidente del Club Atlético Independiente, que ganó siete veces la Copa Libertadores, todo un récord.

El cargo es uno de los más interesantes del fútbol del país sudamericano, y Moyano es algo así como el prototipo del funcionario argentino del fútbol: es jefe sindical, funcionario peronista y, a sus 78 años, une en su actividad todos los aspectos de su carrera.

En el fútbol siempre se pudo votar

Las razones de la cercanía entre el fútbol y la política son históricas en Argentina, explica a DW Ezequiel Fernández Moores, autor y columnista del diario La Nación: "Aquí tuvimos muchos golpes de Estado y sin embargo los únicos escenarios en los que la gente seguía votando eran los clubes de fútbol”. De ese modo, el fútbol permitía a los dirigentes políticos mantenerse cercanos a la gente. 

Con él coincide el periodista y publicista Alejandro Fabbri: "Hace cien años, manejar un club de futbol era un orgullo, un símbolo de credibilidad ante la sociedad, y siempre se ha mantenido así. El futbol se convertido en la pasión más importante para los argentinos”, explica Fabbri, de 66 años, en entrevista con DW. La mayoría de los clubes argentinos de fútbol comenzaron a funcionar entre 1890 y 1920, y "tienen una historia presente muy fuerte".

La lista de figuras políticas y del espectáculo en el fútbol es larga: el sindicalista Hugo Moyano, el empresario y expresidente Mauricio Macri, o el presentador estrella Marcelo Tinelli, todos pasaron por el sillón presidencial del fútbol argentino.

El Mundial de 1978, un bache moral 

El fútbol argentino vivió su hora más oscura en cuanto a injerencia política en 1978, cuando la brutal dictadura militar de extrema derecha intentó distraer a la gente con el Mundial de todos los horrores que su violencia y represión desataban en la sociedad. De hecho, Argentina ganó el torneo en casa, pero una sombra siniestra aún se cierne sobre esa Copa del Mundo. Y hasta el día de hoy, la influencia de la política en el fútbol se ha mantenido.

Diego Maradona alza la copa durante el triunfo de la selección argentina en el Mundial de Fútbol de 1986.
Diego Maradona alza la copa durante el triunfo de la selección argentina en el Mundial de Fútbol de 1986.Imagen: Carlo Fumagalli/AP Photo/picture alliance

Incluso  Diego Maradona, probablemente el mejor futbolista argentino de todos los tiempos, se dejó arrastrar por el carro de la política e hizo campaña a favor de los controvertidos regímenes de izquierda en Cuba y Venezuela. Mientras tanto, hay funcionarios que han venido a manipular y recoger votos para proyectos políticos, dice Fernández Moores.

La política y las barras bravas

En Argentina continúa el debate sobre si la influencia de la política es la causa del aumento de la violencia en los estadios. A menudo son los miembros de las "barras bravas", que no son hinchas comunes de fútbol y forman parte de bandas violentas, los que controlan, en parte, ese deporte.

Eso no condice con la imagen de la hinchada sentimental que hace tan especial la atmósfera en las canchas de fútbol de Argentina. Pero es una realidad, y refleja las dos caras de ese deporte: entusiasmo y alegría, por un lado, y por el otro, corrupción y delincuencia.

Un secreto a voces

Esas bandas violentas tienen contactos con la política, lo que en Argentina es un secreto a voces. Algunos barrabravas controlan la venta de entradas y participan en las ganancias. En suma, el fútbol, la política y los medios en la sociedad argentina están tan estrechamente entrelazados, que es simplemente imposible cambiar este panorama, según Alejandro Fabbri.

El periodista señala que incluso hubo especialistas de Scotland Yard, de Inglaterra, que analizaron el entramado político del fútbol argentino de manera anónima, durante mucho tiempo, y llegaron a esta conclusión: "Es imposible modificarlo porque todos los sectores están aliados de algún modo. Están aliados en función del amor a una camiseta”. Y por eso, en las tribunas del fútbol argentino hay algo que no se encuentra en la vida real: "Que incluso enemigos a muerte en la política se abracen cuando su equipo mete un gol”.

(cp/ers)