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Sociedad

En Alemania nacen menos niños, y cada vez hay más ancianos

Rina Goldenberg
31 de julio de 2020

La tasa de natalidad bajó en Alemania, rompiendo la tendencia ascendente de los últimos años. ¿Es el principio de lo que predice un reciente estudio sobre un descenso dramático de la población mundial a finales de siglo?

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Imagen: picture-alliance/dpa/W. Grubitzsch

"Tendré un hijo cuando mis circunstancias me lo permitan". La ginecóloga Christine Biermann escucha a menudo este tipo de frases en su consulta de Hamburgo. "La búsqueda de mejores opciones laborales es uno de los factores decisivos para posponer un par de años el deseo de ser madre", asegura Biermann. Según estadísticas oficiales, en 2019 nacieron 778.000 bebés en Alemania, 9.400 menos que el año anterior. Así pues, la tasa de natalidad descendió en 2019 a 1,54 hijos por mujer, en comparación con los 1,57 de 2018. La cifra está ligeramente por debajo de la media de la UE. Francia es el país donde nacen la mayoría de los niños y Malta donde menos.

Estudiar y formarse para tener una vida laboral

Las mujeres en Alemania tienen su primer hijo cada vez más tarde, con 30,1 años de edad promedio. Solo las italianas se estrenan más tarde que las alemanas en la maternidad. En Bulgaria es donde hay mamás más jóvenes: con 26 años. El mayor nivel educativo permite a las mujeres acceder a un mayor número de posibilidades para su autorealización laboral. Los expertos dicen que la vida familiar es tan solo una opción más entre muchas otras.

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Las ciudades del oeste de Alemania tienen una proporción más elevada de mujeres sin hijos: una de cada cinco mujeres con edades comprendidas entre los 45 y los 54 no han sido mamás. Se trata sobre todo de mujeres con estudios, que han invertido mucho tiempo y energía en su formación y que quieren dar uso profesional a sus títulos académicos. "En Alemania tenemos un número récord de estudiantes universitarios. Cuando concluyen la etapa académica, se espera de ellos que tengan una alta disponibilidad para trasladarse de ciudad. Eso supone un reto para la planificación familiar. Hay que buscar soluciones para la conciliación de la vida familiar y profesional e intentar que el cuidado de los hijos esté asegurado para que ambos progenitores puedan trabajar", dice a DW Philipp Deschermeier, de la Sociedad Alemana de Demografía.

Por su parte, Martin Bujard, director de investigación del Instituto alemán para la investigación de la población, no cree que el reciente descenso de la tasa de natalidad suponga la reversión de la tendencia positiva que había en los últimos años. La tasa de natalidad fue aumentando progresivamente desde 2010 debido a "la mejora de la atención infantil subvencionada por el Estado". Para Bujard, el descenso de la natalidad en 2019 supone solo una ligera desviación.

¿Tener muchos hijos es solo para ricos? 

Según un reciente estudio, tres cuartos de los participantes, con edades comprendidas entre los 24 y los 43 años, estuvieron de acuerdo con la afirmación de que tener muchos niños es algo maravilloso. Pero la mitad de los participantes también dijeron que solo las familias con suficiente dinero deberían tener muchos hijos. La realidad es muy distinta. Según el Instituto de Investigación de la Población, casi un cuarto de las familias con muchos hijos se encuentra en el límite de la pobreza.

Lo habitual en Alemania es encontrar familias con un solo hijo o con dos. Solo el 16 por ciento tienen tres hijos más.  Con un 36 por ciento, Irlanda es el país europeo que lidera por familias numerosas, con 3 o más descendientes. Según un estudio de 2019, la cantidad de hijos en Alemania también está relacionada con un mayor compromiso religioso de los progenitores, ya sean musulmanes o católicos, que viven fuera de las ciudades, donde hay viviendas más baratas.

 La inmigración eleva la tasa de natalidad

Para que el número de habitantes de Alemania se mantenga constante sin migración, haría falta una tasa de natalidad de 2,1 hijos por mujer, pero desde la introducción de la píldora anticonceptiva, hace medio siglo, esa cifra no se alcanza. Desde hace décadas, la población en Alemania no disminuye porque hay más que personas que llegan al país que las que mueren o emigran a otros lugares. Desde la década de los 50, hay más inmigrantes que emigrantes. El punto culminante de esta tendencia se dio en 2015, con la llegada a Alemania de más de dos millones de personas. Los inmigrantes suelen ser en promedio más jóvenes que el resto de la población, es decir, que contribuyen con sus impuestos y suelen fundar familias. La tasa de natalidad entre las mujeres extranjeras residentes en Alemania fue en 2019 de 2,06, pero con ellas suele suceder lo mismo que con las alemanas: cuanto mayor es su nivel educativo, menos hijos tienen.

Un estudio publicado a mediados de julio por la revista médica The Lancet vaticina que, hasta finales del siglo XXI, habrá dos mil millones menos de personas que los que pronostica la ONU. Según ese trabajo, elaborado por el equipo de investigación que lidera Christopher Murray, de la Universidad de Washington, más de 20 países, entre ellos Japón, España, Italia y Polonia, perderán la mitad de su población hasta el año 2100. También China pasará de los actuales 1,4 mil millones de personas hasta los 730 millones de habitantes.

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Familia numerosa turca en Alemania en la década de los 70. Imagen: picture-alliance/dpa/K. Rose

Menos hijos, más ancianos

Los estudios internacionales aseguran que, cuanto menor sea la tasa de natalidad y mayor la esperanza de vida, la población envejecerá a pesar de la inmigración. En Alemania, la proporción de personas por debajo de los 20 años se ha reducido desde la década de los 50 de un 30 a un 18 por ciento. Envejecer será un fenómeno de masas. En 1950, solo uno de cada 100 alemanes tenía más de 80 años, hoy ya es octogenario uno de cada 15, y hacia 2040, podría ser uno de cada 10. Tener más ancianos será un reto para el sistema social y de salud, ya que disminuirá el número de contribuyentes.

La canciller alemana, Angela Merkel, aludió ya en 2013 al cambio demográfico, al que definió, junto a la globalización, como "la más grande transformación de nuestra vida social, pero también de la vida personal en la primera mitad del siglo XXI". Para el demógrafo Wolfgang Lutz, eso no es necesariamente un problema: "Habría que mirar más bien a la productividad. Si hay más mujeres que trabajan y más personas con una vida laboral más prolongada, las consecuencias de la transformación demográfica serán menos dramáticas de lo que se piensa", asegura.

(ms/jov)

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Rina Goldenberg Periodista de DW.