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Hielo entre Atenas y Moscú por la nueva Ruta de la Seda

Florian Schmitz
3 de agosto de 2018

Tradicionalmente, Grecia y Rusia mantienen una buena relación bilateral. Pero el fin del conflicto con Macedonia ha producido una crisis greco-rusa. En primer plano hay intereses económicos.

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Symbolbild Beziehungen Russland Griechenland
Imagen: picture-alliance/dpa/Karmann

Parece una trama de James Bond, pero ocurrió en la realidad. Hace poco se dio a conocer que empleados de la embajada rusa intentaron ejercer influencia sobre alcaldes del norte de Grecia, empresarios y poderosos monjes del enclave de claustros Athos para que, a cambio de prebendas económicas, se declararan contrarios al fin de conflicto entre Grecia y Macedonia. Atenas se mostró indignada y expulsó a los cuatro diplomáticos rusos.

"El gobierno griego quiere buenas relaciones con todos los países, pero no es posible aceptar comportamientos que atentan contra el derecho internacional y que faltan el respeto a las autoridades helenas", criticó el vocero gubernamental, Dimitris Tzanakopoulos, a los antiguos amigos de Rusia. Desde entonces impera una era del hielo entre Atenas y Moscú.

Todos quieren a los Balcanes

El presidente Putin no estaba para nada satisfecho con el fin oficial del conflicto greco-macedonio. La razón: desde hace tiempo, la Unión Europea y Rusia están en pugna por la hegemonía sobre los Balcanes. Luego del acuerdo alcanzado en junio, Grecia ya no bloqueará el posible ingreso de su vecino del norte a la UE y a la OTAN. Después de Bulgaria y Rumania, también Macedonia queda vinculada a Occidente, lo cual implica una derrota para el presidente ruso. Pero, ¿qué se puede esperar de los debilitados países balcánicos del oeste?

Los Balcanes constituyen el puente entre Europa occidental y Asia. Por ello, tienen gran significado desde el punto de vista comercial. Especialmente después de que el más grande puerto de Grecia cayera en manos chinas, en el marco de la ola privatizadora, la región acaparó la mirada de las potencias económicas mundiales. "La nueva Ruta de la Seda china, que desembocará en el puerto de Pireo, y que luego cruzará los Balcanes hasta llegar a Europa central, otorga a Grecia una nueva importancia regional", dice el periodista griego-alemán Efthymis Angeloudis.

La nueva Ruta de la Seda desembocará en el puerto de Pireo. (archivo)
La nueva Ruta de la Seda desembocará en el puerto de Pireo. (archivo)Imagen: picture-alliance/Photoshot

Grecia y su papel estratégico

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, intensifica desde hace tiempo la relación de su país con Macedonia. Pero el interés de Atenas en los Balcanes comenzó antes de que él llegara al poder. "Grecia jugó un papel importante en el ingreso de Bulgaria y Rumania a la Unión Europea, en 2007. El hecho de que el gobierno griego ahora haya encontrado un aliado en Macedonia es un paso regional inmenso", dice Angeloudis. El acuerdo entre ambos países es un "rayo de esperanza".

Son muchas ventajas que fueron ignoradas durante mucho tiempo en Europa occidental. Ahí, Grecia no solo es vista como derrochadora fiscal, sino también como "oveja negra". Esta evaluación pasa por alto la importancia de Grecia, tomando en cuenta a crítica situación en Turquía.

El ejemplo turco deja claro que, para sus aliados, Europa no es del todo de fiar. Durante mucho tiempo, Turquía actuó como socia de Europa y, a cambio, fue olvidada por Bruselas. El que Erdogan haya podido elegirse una vez más, con su estilo crecientemente autocrático, y que Turquía redescubriera su simpatía por Rusia, se debe, no por último, a las oportunidades que Europa desperdició para llevar a Ankara de su lado, a largo plazo.

Putin (der.) al recibir a Tsipras en 2015. (archivo)
Putin (der.) al recibir a Tsipras en 2015. (archivo)Imagen: Reuters/A. Zemlianichenko

En el nuevo proceso de acercamiento entre la UE y los países del occidente balcánico se verá si se ha aprendido de los errores. "La UE no debería desaprovechar esta oportunidad con soluciones de corto plazo", advierte Angelodius. "Se trata de establecer un vínculo con esta región de enorme importancia para el futuro comercio mundial. En la práctica, esto significa abrir las puertas de la UE a los países del occidente balcánico."

"Cuando Tsipras viajó a Moscú para pedirle ayudas financieras a Putin, en la esperanza de poner nuevas cartas sobre la mesa en el conflicto con los acreedores de Grecia, el presidente ruso lo envió de nuevo a Bruselas", dice Stavros Tzimas, experto en los Balcanes del influyente diario griego Kathimerini. Pese a lo anterior, y para sorpresa del entrevistado, los griegos tienen una imagen positiva de Putin.

El año próximo, los griegos elegirán un nuevo Parlamento.  Se demostrará entonces, en el marco las actuales tensiones entre Rusia y Grecia, si la estrategia seguida por Tsipras y la Unión Europea resulta convincente, o si Rusia aún tiene oportunidad en la región balcánica.

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