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Hotel Toloa de Perú, refugio para migrantes venezolanos

Oliver Pieper
6 de abril de 2019

Actualmente viven en Perú unos 715.000 venezolanos, casi todos ellos llegaron por la localidad fronteriza de Tumbes. Gracias a un hábil director de hotel, muchos refugiados desesperados han logrado dormir bajo techo.

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Heirines Sinfontés (en la imagen junto a su hija de 6 años), viajó varios días en autobús hasta llegar a Tumbes. Cuando llegó, se encontraba en la semana 36 de embarazo. Imagen: DW/O. Pieper

Percy Ariansen es una especie de ángel para muchos refugiados venezolanos, pero él mismo se describe más bien como un hombre de negocios con conciencia social. Ariansen dirige los hoteles Toloa y Toloa II en la localidad fronteriza peruana de Tumbes: un total de 100 camas repartidas en 60 habitaciones. Para muchos refugiados, estos alojamientos son el primer punto de contacto cuando llegan a Perú. "Fuimos los primeros en albergar a venezolanos. Primero los que tenían dinero. Y ahora aquellos que llegan a nosotros a través del trabajo de ayuda a los refugiados de ACNUR”, explica Ariansen en la primera planta del sencillo, pero limpísimo Hotel Toloa.

Una habitación sin desayuno cuesta 30 soles por noche, es decir, 8 euros al cambio. Para aquellos venezolanos que llegaron en la primera olahace más de un año, ese precio no supone ningún problema financiero. "Pero, en un determinado momento, empezaron a llegar familias con muchos niños y poco dinero a Tumbes, personas mayores y de la comunidad LGTB”, recuerda Ariansen.

Todos ganan

Para estos, 30 soles es un precio inasequible. Miles de ellos tuvieron que dormir en la calles, hasta que la ayuda al refugiado de la ONU se dirigió a Ariansen: "Tuvieron la idea de implantar una tarifa social para refugiados venezolanos. Se lo planteé a mi suegro, dueño de ambos hoteles y él aceptó de inmediato”. El trato es sencillo: de los 30 soles que cuesta una habitación, ACNUR paga el 75 por ciento, es decir, 22,50 soles. Y el hotel prescinde de los 7,50 soles restantes. "Con la cantidad de gente que viene, no tenemos pérdidas y ayudamos a la gente”, dice Ariansen. Parte del trato es que ACNUR selecciona a las personas después de atravesar la frontera y las envía al hotel.

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Percy Ariansen, director de los hoteles Toboa y Toboa 2, en Tumbes, localidad fronteriza de Perú. Imagen: DW/O. Pieper

Apoyo de los clientes habituales

"En los momentos de máxima afluencia tuvimos hasta 50 refugiados que durmieron en 40 camas”, relata Ariansen con una sonrisa. "Por supuesto que el hotel está abierto para todo el mundo. Pero, de momento, albergamos casi exclusivamente venezolanos”.  El Toloa es como una estación de paso, muchos refugiados se quedan una sola noche y después continúan su camino. Según Ariansen, los clientes habituales peruanos han permanecido fieles al Toloa a pesar de los refugiados. "No ha sucedido nunca que un cliente habitual nos haya dicho que ya no viene más por los muchos migrantes venezolanos. Nunca”, asegura Ariansen. Al contrario, muchos peruanos han invitado a los refugiados a comer, sobre todo a familias con niños. El Toloa se ha convertido casi en un icono para los migrantes. Un periodista venezolano que trabaja en Ecuador, por ejemplo, alaba con vehemencia el compromiso del alojamiento. "Muchos venezolanos llegan a Tumbes y pregunta directamente por nuestro hotel”, dice Ariansen orgulloso.  

En el Toloa por casualidad

Cuando Heirines Sifontés llegó a Tumbes el 1 de marzo de 2019, no había oído hablar del Hotel Toloa. Tenía preocupaciones muy distintas. Esta venezolana estaba en la semana 36 de gestación cuando atravesó la frontera de Ecuador hasta Perú. Sifontés no quería dar a luz en su tierra natal, después de haber oído demasiadas historias sobre recién nacidos fallecidos. Pero el embarazo y el viaje de ocho días en autobús mermó las fuerzas de Sifontés, que no quería continuar su camino en autobús. "Entonces una trabajadora de ACNUR me dijo que podía quedarme en el Hotel Toloa para descansar y no perder al bebé”, relata Sifontés, que viaja con su madre, su hermana pequeña y su hija de 6 años. Su plan era llegar a Chile, donde vive una amiga que puede ayudarlas. "Al principio fue difícil, porque no conocemos a nadie en Tumbes. Nunca pensé que terminaría aquí. Pero ya no podía más”, relata la mujer. Ariansen les dio directamente una de las pocas habitaciones para cuatro personas del Toloa y les dijo que podían quedarse todo el tiempo que fuera necesario.

Tumbes, un nuevo hogar

ACNUR envió a Sifontés de inmediato al médico. La venezolana está encantada con la hospitalidad y la amabilidad que ha encontrado en Perú. "Me dijeron que lo primero era traer a mi bebé al mundo y después podría continuar mi viaje. ACNUR me ayudó a encontrar plaza en la escuela para mi hija y mi hermana pequeña. Desde esta semana, ambas están escolarizadas”. Y así fue como finalmente la mujer decidió quedarse en Tumbes. ACNUR la ayudó a encontrar una pequeña vivienda a la que se trasladará después del nacimiento. Sifontés está muy agradecida con Ariansen. "Este hotel ha cambiado mi vida. En un momento en el que estaba completamente desesperada, pude conseguir techo. Estoy muy agradecida de que me hayan abierto las puertas”.

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