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América Latina: “Hay pérdida de confianza en la democracia”

Maricel Drazer
16 de noviembre de 2023

DW dialogó con Juanita Goebertus, directora para América de Human Rights Watch, quien constata "un envalentonamiento de líderes dispuestos a transgredir la separación de poderes".

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Mujer joven con anteojos dialoga frente a cámara, medio cuerpo.
Juanita Goebertus, directora para las Américas de Human Rights Watch. Imagen: José Orozco/La Hora

Investigar e informar sobre los abusos que se producen "en todos los rincones del mundo" es la misión que persigue la organización no gubernamental Human Rights Watch, así como "proteger a los activistas asediados y ayudar a que los agresores rindan cuentas y se haga justicia a las víctimas”.

La tarea es mucha. DW entrevistó de forma exclusiva a la directora para América de la organización, Juanita Goebertus, desde sus oficinas en Bogotá.

DW: ¿Cuáles son los países de América Latina que más le preocupan en este momento?

Juanita Goebertus: Los casos de Nicaragua, Venezuela y Cuba son los que más nos preocupan, por la ausencia de democracia en estos países. Pero además nos preocupa la forma en la cual en otros países crece el autoritarismo, incluso cuando son personas elegidas de manera democrática.

Lo vemos ahora de manera muy clara en El Salvador, con Bukele, quien hace uso de su popularidad no solo para encarcelar a más de 70.000 personas sin procesos judiciales libres y protectores de derechos humanos, sino también para reinterpretar la Constitución para poder aspirar a la reelección.

También nos inquieta el deterioro institucional en Perú y vemos muy cerca el espejo de Guatemala.

¿Existe una tendencia en este sentido actualmente en el continente?

Es, sin duda, una oleada de pérdida de confianza en la democracia y de, por lo tanto, envalentonamiento de muchos líderes que están dispuestos a transgredir la separación de poderes y a continuar erosionando el Estado de derecho.

Y esta erosión de la democracia ha generado gravísimas violaciones a los derechos humanos, que no veíamos desde las dictaduras, en términos de restricciones gravísimas a la libertad, a la posibilidad de asociación y a la libertad de prensa.

Hay como unos síntomas, que uno podría llamar como el típico libro de texto del autoritarismo, que vemos cada vez, con diferencias, pero con ejes comunes: ataque a los poderes judiciales y a los resultados electorales, mecanismos para atacar y generar desconfianza en la prensa y cierre del espacio cívico.

Uno de los ejemplos más claros es México: un presidente elegido democráticamente, supremamente popular, desde su programa diario televisado ataca a la prensa y a la sociedad civil crítica con él.

¿Y cuáles son las principales causas que explicarían este estado de situación?

Mucha de la ciudadanía latinoamericana siente que la democracia no le dio más seguridad, no logró combatir la corrupción, ni logró reducir significativamente la desigualdad.

Esa frustración se ha canalizado a través de líderes autoritarios en donde la propuesta a la ciudadanía es que, si quieren resultados, tienen que aceptar la restricción de derechos.

¿Cómo evalúa la situación en su país, Colombia: a qué distancia está de la paz?

Las experiencias en Colombia han demostrado que se requieren políticas de seguridad al tiempo que políticas de paz y, en ese sentido, desafortunadamente, a pesar de la voluntad expresada por el Gobierno de Petro, en este poco más de un año de gobierno, Colombia no ha avanzado en el logro de acuerdos con otros grupos y, mientras tanto, han crecido el secuestro y el reclutamiento de menores. Es decir, no se ha avanzado en la consolidación de la paz.

¿Podría destacar experiencias positivas en el continente?

Bueno, tenemos experiencias de distinto tipo, tanto hoy en día como en la historia, que nos llevan a pensar que podemos hacerlo bien, que no siempre hemos fracasado.

Guatemala en su momento bajo la Fiscalía de Claudia Paz y Paz logró reducir los homicidios, a punta de investigación técnica, judicial, bien hecha, no violatoria de derechos humanos.

Con todas las críticas y las discusiones internas que aún están en Chile en torno a la Constituyente, la forma en la cual se tradujo la protesta social masiva en un proceso Constituyente es una forma de canalizar el disenso a través de un proceso institucional.

El avance de los derechos sexuales y reproductivos en América Latina ha sido un ejercicio significativo de movilización, de movimiento de mujeres, articulado, que también ha dado resultados y ha demostrado que es posible.

¿Cuál sería entonces el camino para desandar la erosión de la democracia?

Tener una sociedad civil robusta es la mejor manera para ponerle freno a regímenes autoritarios. La apuesta es que sean las ciudadanías de cada uno de nuestros países las que elijan gobiernos democráticos, y la única manera de lograr eso es que haya una posibilidad de acceder de manera libre a la información sobre el tipo de violación a los derechos humanos que estos regímenes autoritarios en algunos países de la región están desatando.

¿Es optimista en este sentido?

Tengo confianza en la sociedad civil latinoamericana. Creo que estamos pasando por un momento difícil, pero no es el primero.

No podemos caer en la frustración y el pesimismo. América Latina lo ha hecho antes y debe poder volver a vencer a los autoritarios y defender nuestras democracias.

Me aferro a la fortaleza de la sociedad civil latinoamericana, que sabe lo que es vivir bajo dictaduras, y que yo creo que hoy, independientemente de colores político-ideológicos de distintos gobiernos, está resistiendo y defendiendo derechos. Yo creo que ahí está nuestra esperanza como continente.

(ms)