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Humor estalinista

25 de octubre de 2011

La comedia Hotel Lux, de Leander Haußmann, sobre el tristemente célebre alojamiento situado en Moscú, divierte y convence.

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El cineasta Leander HaußmannImagen: dpa

No es cualquier cosa hacer reír con Hitler y Stalin. Y mucho menos en el cine. Ni el nazismo ni el estalinismo se prestan fácilmente a la comedia, pero algunos directores se han atrevido a ello: Charlie Chaplin lo hizo con El gran dictador, Ernst Lubitsch con Ser o no ser, Mel Brooks con Primavera para Hitler y Roberto Benigni con La vida es bella. Todos ellos consiguieron revestir el adusto tema con un ropaje cómico y, de esa manera, hacer llegar al público un mensaje de humanidad, pero también de rebeldía.

El director alemán Leander Haußmann también se ha aventurado con su película Hotel Lux, aunque era muy consciente de los riesgos que corría: “Es muy complicado hacer comedia a partir de acontecimientos que relacionamos inmediatamente con el trágico destino de 20 millones de víctimas”.  Haußmann situó en Moscú a sus dos protagonistas, Bully Herbig y Jürgen Vogel, dos actores de raza.

Refugio y trampa mortal

Allí los encontramos durante la Segunda Guerra Mundial. El escenario de la película se ubica en el tristemente famoso Hotel Lux, en el centro de Moscú, refugio de comunistas perseguidos de todo el mundo, pero también trampa mortal para todo aquel que se pusiera a tiro en el antojadizo punto de mira de Stalin.

No todo el mundo encontrará el film de su agrado. Hacer bromas –a veces no demasiado sutiles- sobre atrocidades, crímenes y torturas más bien puede perturbar a los espectadores.  Aun así, Haußmann y su equipo han pretendido hacer una comedia sobre el absurdo, basándose en hechos históricos. El director utiliza los elementos cómicos para tratar de que el espectador se interese por los hechos reales: “Tratamos de contar la historia de un personaje que huye y se ve inmerso en un laberinto de acontecimientos desconcertantes. La mayor parte de lo que sucede en Hotel Lux es absurdo y no se rige por un sistema lógico; de ahí deriva su comicidad”.  

Una escena de la película Hotel Lux
Una escena de la película Hotel LuxImagen: 2011 Bavaria Pictures/Stephan Rabold

Risas y lágrimas

El hecho es que la película funciona. Las escenas graciosas se combinan con otras en las que las carcajadas se quedan atragantadas en la garganta. "El Lux era un hotel de conspiración, tanto hacia el interior como hacia el exterior. Un lugar lleno de secretos“, escribió en sus memorias la comunista austriaca Ruth von Mayenburg, que pasó algunos años en el Hotel. 

  Según von Mayenburg, una de las testigos más importantes de lo que allí aconteció, no se sabe con exactitud quién vivió allí, ni tampoco quién murió. “La mayoría de los habitantes no daban  su nombre verdadero, sino sencillamente el seudónimo con el que eran conocidos dentro del partido”. 

Vista exterior del Hotel Lux de Moscú, que sirvió de refugio a muchos exiliados de todo el mundo
Vista exterior del Hotel Lux de Moscú, que sirvió de refugio a muchos exiliados de todo el mundoImagen: picture-alliance/dpa

Un fragmento  de su propia biografía

En Hotel Lux, Leander Haussmann elabora un fragmento de su propia biografía.  "Como ciudadano de la República Democrática de Alemania,  él mismo creció en un entorno comunista“, dice el productor Günter Rohrbach.  "Vivió en primera persona cómo los artistas deben manejarse con un determinado régimen.” 

La experta en cine Margit Fröhlich, cuyo libro Reírse de Hitler. Carcajadas de Auschwitz trata sobre el tema de la parodia cinematográfica, está convencida de que tratar de forma irónica estas figuras históricas puede resultar conveniente: “En filmes tan esclarecedores como El hundimiento, se corre el peligro de hacer perdurar el mito de Hitler. Los artistas que aportan una mirada subversiva, por el contrario,  destruyen el aura de estas figuras.”

Autor: Jochen Kürten/MS
Editora: Emilia Rojas