Antibióticos, psicofármacos, hormonas... multitud de compuestos entran en la cadena alimentaria a través del agua sin que lo sepamos. Estos principios activos no se desintegran por completo en las plantas de tratamiento de aguas residuales. Un grupo de científicos ha desarrollado un proceso para depurar agua sin emplear sustancias químicas.
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Con ayuda de ultrasonidos y altas presiones crean pequeñas cavidades en el agua. La energía liberada por estas cavidades al colapsar desintegra los compuestos dañinos. Esta técnica se emplea ya con éxito en el laboratorio, y está previsto llevar a cabo experimentos a gran escala en el futuro.