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La economía de la naturaleza

28 de septiembre de 2010

El enfoque de expresar en dinero el valor de los ecosistemas gana adeptos. Economistas ecológicos exigen que los costes de la destrucción de la naturaleza se incluyan en la toma de decisiones empresariales.

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¿Qué valor económico tiene la conservación de la selva tropical?Imagen: CC/Peter Wankerl

¿Qué valor tiene un bosque? ¿Cuál es el rendimiento económico que genera una abeja? ¿Y a cuánto asciende el servicio que prestan los manglares? Preguntas que, hasta ahora, no han jugado un papel demasiado destacado en la política medioambiental. El motivo, que hasta la fecha apenas se ha cuantificado económicamente el valor de los servicios que presta la naturaleza. Sin embargo, esta nueva perspectiva económica ha cobrado un nuevo impulso a raíz del estudio que los países miembros del G-8 encargaron en 2007 al Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Un estudio con un objetivo: calcular el valor económico de la diversidad ecológica del planeta.

El modelo para el denominado Estudio TEEB (The Economics of Ecosystems and Biodiversity, "La economía de los ecosistemas y la biodiversidad") lo constituye el Informe Stern, en el cual el economista británico Nicholas Stern calculó en 2006 los costes de un cambio climático sin freno. "Con el TEEB queremos hacer ver el capital latente que se esconde en la naturaleza. Y conseguir que el valor de la naturaleza influya en mayor medida en la toma de decisiones políticas y económicas", explica Christoph Schröter-Schlaack, quien colabora en la elaboración del estudio a través del Centro Helmholtz de Investigación Medioambiental (UFZ) de Leipzig.

Recursos forestales valiosos

Kautschuk
El caucho, un buen ejemplo de cómo el hombre puede sacar provecho de la naturaleza sin dañarla.Imagen: CC/Global2000

El informe final del Estudio TEEB se presenta a finales de octubre en Japón. En diciembre, la economía de la naturaleza protagonizará la Cumbre del Clima de Cancún, donde se debatirá cómo contemplar los recursos forestales en un acuerdo climático. Los ministros de medio ambiente, además, discutirán la creación de un fondo de protección de los bosques. Un fondo que financiará a los países en vías de desarrollo que protejan sus bosques en lugar de permitir su explotación económica. Países del sur, como Brasil, Ecuador y Guyana, presentarán sus propios conceptos al respecto. La referencia en cuanto a protección forestal es, según Schröter-Schlaack, Costa Rica.

La utilidad económica de los bosques es inmensa. Según el Estudio TEEB, la deforestación provoca cada año pérdidas de capital natural de entre dos y cinco billones de dólares. Por el contrario, la conservación del bosque amenazado costaría sólo 45.000 millones de dólares.

Mangroven
Los manglares: barreras naturales contra las crecidas.Imagen: KfW-Bildarchiv/Bernhard Schurian

Los servicios que prestan los árboles

Cuanto más pequeño es el ecosistema, más exactos son los destudios. Por ejemplo, según el Centro Helmholtz de Leipzig, el valor de una hectárea de bosque urbano en Friburgo durante cien años asciende a casi 13.000 euros. El bosque ejerce de filtro para el aire y el agua, de almacén de CO2, suministra madera, da trabajo a los técnicos forestales y sirve para que los habitantes de Friburgo, por ejemplo, puedan practicar deporte al aire libre sin tener que pagar por ello.

El estudio recoge reflexiones similares que constatan hechos elementales. Por ejemplo, que la diversidad de especies eleva el rendimiento de un ecosistema. Y que las desembocaduras de los ríos, así como los bosques de manglares, son especialmente valiosos. Paisajes que contribuyen a la protección ante el aumento del nivel del mar y ejercen de piscifactorías. Un ejemplo: la conservación de 12.000 hectáreas de manglares en Vietnam cuesta 1.100 millones de dólares al año. Por el contrario, el mantenimiento de diques que protejan artificialmente de las crecidas costaría 7.300 millones de dólares.

Las inversiones para la construcción de diques repercuten en el Producto Interior Bruto (PIB) de Vietnam. La contribución de los manglares, sin embargo, no consta en ningún lugar. Al contrario: su destrucción hace posible, en un primer momento, el crecimiento del PIB, algo que critican los economistas ecológicos. Reclaman un nuevo concepto a la hora de evaluar a los indicadores de crecimiento relacionados con el medio ambiente. El economista estadounidense Robert Costanza exige que las compañías abonen un fondo de previsión cuando lleven a cabo proyectos de riesgo. Un dinero que les sería devuelto si finalmente la ejecución de los proyectos no genera daños a la naturaleza o éstos son muy escasos. Según Costanza, British Petroleum (BP) debería haber aportado más de una cuarta parte del valor de la empresa por las perforaciones petrolíferas en el Golfo de México: "¿Cuál habría sido la reacción? O bien no haber llevado a cabo las perforaciones o bien haber buscado fórmulas para reducir el riesgo. Es decir, haber invertido más dinero en desarrollar tecnologías de seguridad".

La pesca como negocio ruinoso

Industrielle Fischerei
Negocio ruinoso: la pesca pierde 50.000 millones de dólares anuales en todo el mundo.Imagen: Australian Fisheries Management Authority

Una catástrofe petrolífera que permite calcular cuánto valdría la pena tomar precauciones en materia de protección del medio ambiente. De ello también podría sacar provecho, y no en último término, la pesca mundial. Aunque aún no se dispone de estudios precisos al respecto, el Banco Mundial cuantifica en 50.000 millones de dólares las pérdidas anuales de la industria pesquera. El motivo, que cada vez se captura menos pese al aumento de los gastos destinados a barcos y aparejos de pesca. Más aún: el experto en pesca del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Stephan Lutter, destaca que los costes de la destrucción de valiosos arrecifes de coral a través del uso de redes de arrastre, por la captura accesoria o la pesca ilegal no se cuantifican. "Actualmente, sólo hay perdedores en la locura de la pesca", afirma Lutter.

Es necesario un cambio urgente de mentalidad. Algo a lo que deberían contribuir estudios como el TEEB. Su mensaje se puede resumir en una cifra: 1:100 es la fórmula de la economía de la naturaleza. Es decir, que la naturaleza devuelve, de media, 100 euros, por cada euro de inversión en medidas de protección. A través de valiosos servicios cuyo valor hasta ahora no se ha apreciado en su justa medida.

Autor: Torsten Schäfer
Redacción: Emili Vinagre