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Lasso en Ecuador: ¿neoliberalismo y responsabilidad social?

Mirra Banchón
24 de mayo de 2021

Guillermo Lasso promete prosperidad basándose en el extractivismo. En su discurso no faltan palabras clave como igualdad de género y desarrollo sustentable. ¿Realista? Claro queda que su primer desafío es la vacunación.

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Imagen: Franklin Jacome/Getty Images

El nuevo presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, llegó al Palacio de Carondelet para un mandato de cuatro años con un discurso de consenso, en un país que enfrenta la peor crisis en su historia, agravada por el impacto económico, social y sanitario de la pandemia de COVID-19. 

Sus promesas de apertura económica, mayor privatización de la economía e incremento de la extracción minera han caído muy bien entre los que ven en la concentración de poderes en el Estado el fantasma que amenaza la región. También han calado entre los cansados de 14 años marcados por Alianza País, el partido del expresidente Rafael Correa.

"Más de lo peor"

"La sensación en este día de cambio es indefinible”, comenta el economista investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Alberto Acosta, a DW. "En parte porque no creo que sea el fin del correísmo, en la medida en que un partido de caudillo mantiene su vigencia mientras viva el caudillo", explica. "Si bien no ganaron en la primera vuelta, tuvo una importante votación de 32%, lo cual refleja el voto duro del correísmo, y tienen el mayor bloque parlamentario”, agrega.

Ecuador I Amtseinführung Präsident Guillermo Lasso in Quito
Imagen: Franklin Jacome/Getty Images

Lasso, representante del gran empresariado y de la derecha más conservadora de un país de 17,5 millones de habitantes, llega a la presidencia con un delgado apoyo de 12 escaños parlamentarios. Las reticencias de sus aliados ultraconservadores (PSC) de prestar sus 18 escaños para lograr una alianza más amplia con el movimiento indígena se impusieron. 

Por lo pronto, el bloque de Lasso permitió la llegada a la presidencia de la Asamblea Nacional a una indígena amazónica por primera vez en la historia del país. Gloria Llori, la flamante presidenta de la Cámara, hace hincapié en la defensa de la Amazonía y recuerda los 520 años de resistencia.

"Asistimos al intento de forjar una serie de alianzas, aparentemente contra natura. El último del PSC de controlar la Asamblea Nacional en alianza con el correísmo, en un acercamiento que no es última ahora”, explica Acosta. Una vuelta a las viejas prácticas de mayorías móviles que se van a ir forjando en torno a temas, prevé este analista, uno de los pilares de la Constitución de Ecuador de 1998 y que rompió pronto con Alianza País.

El Ecuador pandémico que asume Lasso

El país que asume Lasso vive la peor crisis de su historia. Si en 1999, en la crisis económica que llevó a la dolarización y que como efecto tuvo una emigración masiva de ecuatorianos, la implosión rondó 6,3%, en esta pandemia se registra una caída del producto interno bruto (PIB) que roza 10%.

Es decir, el primer gran reto con el que se medirá el nuevo gobierno es lograr una vacunación masiva. Por lo pronto, Lasso, que formó en los primeros días de la pandemia en 2020 una alianza empresarial para asistir a la gente vulnerable de Guayaquil, comenzó negociaciones con Estados Unidos, Rusia y China para conseguir las millones de dosis necesarias.

"Si consigue eso puede tener una suerte de bombona de oxígeno para la gobernabilidad, pues la gente va a ver resultados que no vio en el gobierno saliente. Hay mucha desesperación y la situación es sumamente difícil”, subraya Acosta.

Alberto Acosta, coartífice de la Constitución de Ecuador en 1998
Alberto Acosta, coartífice de la Constitución de Ecuador en 1998Imagen: DW/J. Alonso

"Lo que estamos viendo en Ecuador y en el mundo entero es el deseo a retornar a la normalidad”, continúa. "Pero si regresamos a esa misma normalidad, causante de tantos problemas, nos encontramos con que la apuesta del nuevo gobierno es que Ecuador sigue siendo un país primario exportador de materia prima al mercado mundial”.

Pocas horas antes de su primer discurso como presidente, Lasso anunciaba en el Foro Iberoamericano, con presencia de políticos de la derecha neoliberal española y latinoamericana, un aumento de la producción petrolera de 500.000 a un millón de barriles diarios y una zona franca para el turismo, sin impuestos a las empresas, para atraer la inversión e intensificar la agroexportación.

"En mi opinión, esto es preocupante”, manifiesta Acosta. "En la medida en que el presidente Lasso intensifique este manejo económico con todos los impactos ambientales y sociales que conlleva, va a generar resistencias”, acota.

Advertencia por el descontento social

Cabe recordar que antes de la pandemia, las medidas de austeridad impuestas por el gobierno de Moreno habían sacado a la calle a la población. En octubre de 2019, las explosivas protestas en el país que es tan andino como amazónico expresaban, como las de Chile y Colombia, el descontento de la población más vulnerable.

"Si ves las barbas de tu vecino recortar, pon las tuyas a remojar. Que esas políticas hayan sido rechazadas en Colombia, Perú y Chile debería servirle de reflexión, porque podríamos estar no ante más de lo mismo, sino ante más de lo peor”, advierte Acosta.

Lenín Moreno, presidente de Ecuador entre 2017 y 2021
Lenín Moreno, presidente de Ecuador entre 2017 y 2021Imagen: Rodrigo Buendia/AFP/Getty Images

Como fuere, al parecer consciente de que con el apoyo mínimo que tiene por ahora en el Legislativo lo tendrá difícil, el banquero Lasso no deja fuera en su discurso ninguna palabra clave: educación, protección social, igualdad de género, lucha contra la desigualdad, cambiar patrones de consumo, crecimiento económico sostenible. Y declara a renglón seguido que Ecuador abre sus puertas al comercio y la inversión mundial.

En cualquier caso, analistas locales prevén que será la atención sanitaria a los más vulnerables, la distribución de vacunas y la reactivación de la frágil economía lo que decidirá, más pronto que tarde, si Ecuador vuelve a las calles o si Lasso avanza de verdad hacia un "gobierno del encuentro”.

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