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Los funerales de Pinochet

Carmen Cecilia Díaz, desde Santiago de Chile13 de diciembre de 2006

Cargado de simbolismo estuvo el oficio fúnebre en que adeptos y familiares dieron su último adiós a Pinochet y al que no acudieron los dos principales líderes de la derecha.

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La Guardia de Honor porta el féretro del general en la Escuela Militar.Imagen: AP

Tres salvas de cañón, el toque de clarín y los sones del himno Los Viejos Estandartes fueron los sonidos oficiales que enmarcaron el oficio fúnebre de Augusto Pinochet Ugarte en la Escuela Militar de Santiago de Chile. Gritos, pifias y aplausos sonaban entres sus incondicionales adeptos que, por horas, esperaron en las inmediaciones para dar su último adiós al desaparecido general.

Para la historia...

Llama la atención el manejo simbólico de la ceremonia fúnebre; desde los responsos a la cremación en el cementerio Parque del Mar, en las inmediaciones de Concón, en la V Región. Con la solemnidad militar como telón de fondo, pequeños y grandes gestos que tuvieron como protagonistas a una variada gama de personeros evidenciaron que el acto, más que para los presentes, estaba diseñado para pasar a la historia.

A las 11 en punto de la mañana se dio comienzo al oficio fúnebre en el Patio Alpatacal de la Escuela Militar Bernardo O’Higgins de Santiago. Minutos antes, la ministra de Defensa, Vivianne Blanlot, actual superior jerárquico de los militares chilenos, le había dado privadamente el pésame a la viuda del desaparecido general. Pifias e insultos precedieron el arribo de la autoridad de gobierno. La tensión subió algunos grados cuando, en el mismo instante en que la secretaria de Estado tomaba asiento, los cinco hijos del ex general (r) caminaron hasta el féretro para poner sobre éste una banda presidencial, en clara protesta a la negativa del actual gobierno de rendirle honores de Estado.

Otros escenarios

A esa misma hora, unas cuatro mil personas se reunían en la Plaza de la Constitución saltando alrededor de un ataúd negro, que recordaba el servicio fúnebre, al son de canciones como “Adiós carnaval, adiós general”.

Lejos de ambos escenarios, la Presidenta Bachelet encabezaba una ceremonia en una empresa metalúrgica, manteniendo inalterable su agenda del día.

El rito religioso transcurrió tranquilamente en el Patio El Alpatacal. El fuerte calor fue aprovechado por improvisados vendedores de quitasoles para sacar algún dinero extra de entre quienes no lograron ingresar al recinto militar.

A la hora del “saludo de la paz” sólo la hija menor de Pinochet, Jacqueline, se acercó a la ministra para estrecharle la mano.

Discurso polémico

Terminada la ceremonia comenzaron los discursos. Primero hablaron María José Martínez Pinochet, muy cercana al general y luego Rodrigo García Pinochet, quien iba con su abuelo Augusto el día del atentado e 1986. El tercero en tomar la palabra fue Augusto Pinochet Molina, el nieto militar quien, vestido con su uniforme de capitán, se saltó todo protocolo y, según se ha dicho oficialmente sin permiso de sus superiores, tomó la palabra para alabar a su abuelo por derrocar el "modelo marxista no mediante el voto, sino más bien, derechamente por el medio armado".

Sus palabras, que fueron seguidas por el discurso de la hija del general, Lucía Pinochet Hiriart, de ex colaboradores del régimen militar y del actual comandante en jefe del Ejéricito Oscar Izurieta , provocaron un fuerte revuelo político y las protestas formales del gobierno.

A esas alturas la pregunta de a dónde viajaría el cuerpo de Pinochet para ser incinerado no era clara, pero se suponía, como finalmente ocurrió, que sería llevado al cementerio Parque del Mar, en Concón, Quinta Región.

A las 14.25 los restos de Pinochet aterrizaban en la Base Aeronaval de Torquemada, 4.4 kms de distancia del cementerio Parque del Mar. Curioso transporte el elegido por los organizadores del funeral. Se trataba de un “super Puma”, similar al tristemente célebre helicóptero de la llamada “Caravana de la muerte”, que costó la vida a 72 chilenos y es considerado uno de los peores crímenes de la era Pinochet.

Pasadas las 17.00 horas, y tras recorrer los 4,4 kilómetros, el cortejo fúnebre ingreso al cementerio, el mismo donde está enterrado el también golpista almirante José Toribio Merino. Lo acompañaban sólo sus hijos varones y un grupo de oficiales.

Molestia oficial

En Santiago en tanto, crecía la molestia oficial por la “grave falta disciplinaria” del nieto militar del ex general y el Ejército se apresuraba a anunciar que habría sanciones.

A esa hora la familia del general ya estaba en la parcela de Los Boldos a donde, al día siguiente, llegaría Pinochet convertido en cenizas.

Los grandes ausentes

Cuatro fueron las ausencias más notorias del sepelio: representantes del poder judicial, a quienes se aludió en más de un discurso por los juicios iniciados en contra del general. El director general de investigaciones, institución otrora parte del núcleo duro de los años de dictadura. Pero sobre todo llamó la atención la inasistencia de las dos principales figuras presidenciales de la derecha de los últimos años: Joaquín Lavín y Sebastián Piñera.

Veinticuatro horas después de los funerales de Pinochet, la presencia de la Presidenta de la República en los mismos patios de la Escuela Militar, esta vez para asistir a al graduación de un centenar de alferez, evidencian hoy que la vida continúa.

El encuentro del principal equipo chileno, Colo Colo con Pachuca de México, quienes se enfrentarán en el Estadio Nacional por la Copa Sudamericana, cambiarán inexorablemente el tema de conversación de la mayoría de los chilenos.