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Múnich: polémica por muro para separar refugiados de barrio

7 de noviembre de 2016

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La semana en que Alemania conmemora el 27 aniversario de la caída del muro de Berlín, la construcción de un muro de aislamiento acústico de cuatro metros de altura por cien de longitud frente a un futuro albergue para refugiados en un barrio de Múnich divide a los vecinos del lugar y a la opinión pública. La construcción de esta barrera no es más que la solución de compromiso alcanzada este verano en un tribunal entre la administración local y siete vecinos de Neuperlach, un barrio en el sureste de Múnich de 55.000 habitantes, después de dos años de disputas legales.

Justo después de darse a conocer en 2014 la ubicación del futuro albergue, seis vecinos con viviendas unifamiliares a unos cincuenta metros del lugar y un séptimo, propietario de un terreno colindante, presentaron una demanda ante un tribunal administrativo contra la concesión del permiso de construcción por razones de contaminación acústica.

El albergue, que acogerá la próxima primavera a 160 menores no acompañados, fue uno de los primeros en proyectarse en Múnich, pero será de los últimos en acabarse a raíz de la oposición de los vecinos, relata el Süddeutsche Zeitung. Un video colgado en la página del barrio que administra el político local independiente Guido Bucholtz muestra el muro prácticamente acabado –"un símbolo de exclusión”, afirma– y ha desencadenado una ola de indignación en las redes de la que se ha hecho eco la prensa local y nacional.

"El muro, tal como se erige ahora, lo deja a uno de piedra y es lo contrario de lo que entiendo por integración”, señala Bucholtz al diario Bild, donde subraya que su construcción "para nada era la voluntad y el deseo de la ciudad”. Los vecinos, denuncia, no sólo exigieron una altura para el muro, sino que reclamaron además que fuera construido de tal manera que resultara imposible escalarlo o lanzar una pelota contra él, por lo que se optó por una pared de gaviones (piedras con una malla de metal).

Stephan Reich, de 59 años, uno de los demandantes, señaló al diario Bild que no tiene "nada en contra” del centro de acogida, porque la ciudad "en algún lugar tiene que albergar a esta gente”. "Pero 160 personas harán un ruido considerable y nosotros queremos poder continuar viviendo aquí con tranquilidad. Si se hubiera tratado de un polideportivo también habría recurrido”, asegura. (EFE)