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"Moon envía señales claras a Corea del Norte"

Esther Felden
10 de mayo de 2017

Moon Jae-in no puede relajarse tras vencer en las presidenciales de Corea del Sur. En entrevista con DW, Sven Schwersinsky, de la Fundación Friedrich Ebert en Seúl, relata cuáles son sus retos.

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Südkorea Präsidentschaftswahl Gewinner Moon Jae-in
Imagen: Reuters/S. Myeong-gon /Yonhap

Deutsche Welle: Señor Schwersensky, no hubo sorpresas en las elecciones de Corea del Sur. ¿Pensaba usted que el resultado sería tan claro a favor de Moon Jae-in?

Sven Schwersensky: No ha sido ninguna sorpresa, eso es lo que reflejaban los pronósticos de las encuestas. Pero es llamativo que aproximadamente un 30 por ciento de los electores votaron en blanco. Es un voto de protesta, que demuestra que muchas personas no estaban de acuerdo con ninguno de los candidatos. 

 

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¿Cómo percibe usted en el país las reacciones a la victoria de Moon Jae-in?

Como era una victoria anunciada, se festejó inmediatamente, precisamente en la plaza Gwanghwamun, donde durante meses hubo protestas contra la expresidenta Park. Pero también tengo la sensación de que la gente ha vuelto rápido a la normalidad. Corea del Sur lleva sumida en una profunda crisis desde hace meses y la lista de problemas por resolver es larga: el desempleo va en aumento, cada vez hay más corrupción y, naturalmente, sigue existiendo el conflicto con Corea del Norte. Al contrario que su predecesora, Moon tomó posesión del cargo un día después de su elección y ya ha llevado a cabo sus primeras medidas, como la puesta en marcha de un comité para la creación de empleo. Ese es uno de los primeros problemas que ha atacado el nuevo presidente, ya que prometió en campaña que iba a crear 170.000 puestos solo en el sector público y más de 800.000 a lo largo de los cinco años que dura su mandato.

¿Qué tan difícil tendrá Moon Jae-in recuperar la confianza de los surcoreanos en el Gobierno?

Esa es una cuestión clave sobre la que muchos periodistas locales centran su atención. Moon Jae-in tendrá que cultivar otra forma de comunicación política, tanto con el Parlamento como con los ciudadanos. Ya ha dado muestras de querer hacerlo. Poco después de su toma de posesión, se reunió con todos los líderes de los partidos con representación parlamentaria para ofrecerles trabajar en conjunto. Fueron encuentros muy breves, en los que se concluyó que se quieren hacer las cosas de forma diferente entre el presidente y la Asamblea Nacional.

En relación con la crisis con Corea del Norte, Moon Jae-in parece proclive al diálogo con Pyonyang e incluso se ha mostrado dispuesto a viajar al país vecino si se dan determinadas condiciones. ¿Qué señales espera usted en este sentido en los próximos meses?

Es interesante constatar que, después de nombrar a su primer ministro y a su jefe de gabinete, el siguiente nombramiento fue el del ministro de Defensa. Con ello envía una señal clara a Corea del Norte de que quiere proceder de forma rápida, aunque, como ya anunció en campaña, escalonada. Moon Jae-in siempre ha dicho que no solo se trata de dialogar con Corea del Norte, sino que podrían ser necesarias nuevas sanciones. Supongo que las primeras señales podrían ser los diálogos sobre la reapertura de Kaesong, el complejo industrial del lado surcoreano en el trabajaban norcoreanos y que fue cerrado hace más de un año. Ese podría ser un primer paso para retomar otros proyectos económicos conjuntos, que servirían para la cooperación entre ambos países, para el acercamiento y también para la economía surcoreana.

Sven Schwersensky FES Südkorea
Sven Schwersensky, de la Fundación Friedrich Ebert en Corea del Sur. Imagen: Friedrich Ebert-Stiftung

¿De qué manera ha influido el endurecimiento del conflicto con Corea del Norte en los resultados electorales?

Siempre sucede que los conservadores espolean el miedo ante un posible ataque del país vecino y los liberales llaman a la calma y tratan de convencer a la población de que la vía militar solo sirve para la defensa, pero no para impulsar las relaciones bilaterales. En esta ocasión, el tema ha beneficiado a Moon Jae-in, porque los conservadores -y también Washington- exageraron de tal manera su retórica, que muchos votantes fueron conscientes de que se estaba tratando de manipularlos.

Moon Jae-in dijo en campaña que quería mayor independencia de Estados Unidos. ¿Qué implica su victoria para las relaciones con Washington?

Yo no diría que deba haber más independencia de Washington, sino una relación más consciente y segura, en la que Corea del Sur pueda formular sus propuestas de forma más decidida que antes. Tras la victoria de Moon Jae-in, no se han hecho esperar las felicitaciones por parte de Washington. Llegaron incluso antes que las de Pekín. Esa es otra cuestión: el nuevo Gobierno también tendrá que esforzarse en política exterior para impulsar la relación con China.

Autora: Esther Felden (MS/DZC)