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México: Parlamento igualitario, ¿sociedad igualitaria?

31 de julio de 2018

En México asumirá una nueva legislatura con casi igualdad de hombres y mujeres, pero persisten el machismo y la violencia de género. Expertas analizan los efectos que puede tener esta histórica legislatura.

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Mexico - Claudia Sheinbaum
Claudia Sheinbaum, alcaldesa electa de Ciudad de México.Imagen: picture-alliance/ZUMAPRESS/El Universal

México se apronta a estrenar el Congreso con mayor cantidad de mujeres de su historia. En septiembre entrará en funciones con casi la mitad representada por legisladoras. En la cámara baja habrá 243 mujeres (49 %) y 254 hombres. Mientras en 2015 había 74 escaños de diferencia (213 mujeres y 287 varones), ahora sólo serán nueve. En la cámara alta, en tanto, sólo habrá dos de diferencia, con 63 senadoras (49,2 %) y 65 senadores (50,7 %).

Otro hito de las las últimas elecciones es que por primera vez asumirá una mujer como alcaldesa de Ciudad de México. Claudia Sheinbaum, de MORENA, fue secretaria de Medio Ambiente durante la Alcaldía del ahora presidente electo, Andrés Manuel López Obrador. En la elección de la jefatura de gobierno de Ciudad de México, cinco de las siete candidaturas eran ocupadas por mujeres: "Esto representa un avance en cuanto a las posibilidades para ser elegidas para encabezar gobiernos”, dice a DW Belén Sanz, Representante de ONU Mujeres en México.

En un país reconocidamente machista y con altas tasas de violencia de género, donde según datos de ONU Mujeres hay, en promedio, 7,5 feminicidios por día, esta votación ofrece varios análisis. Ya en los últimos años se había ido registrando un aumento de la representación femenina. "Cada vez más, las mujeres obtienen un mayor espacio en cargos de influencia social, lo que en los últimos años se ha acelerado. Es una tendencia global que quizá ya podemos dejar de catalogar como "fenómeno” para tomarlo como una constante normal”, indica a DW Kristin Wesemann, representante del Programa Regional de Partidos Políticos y Democracia en América Latina, de la Fundación Konrad Adenauer.

Los efectos de las leyes de paridad

Desde la década de 1990, distintos países de la región comenzaron a incorporar sistemas de cuotas o paridad para candidatas mujeres. El sistema electoral mexicano determinó a finales de los años noventa que las candidaturas para diputaciones y senadurías no debían exceder el 70 % para uno de los géneros. "Esta cuota del 30 % para las mujeres pasó a un 40 % en 2008 y, finalmente, en 2014, se aprobó la reforma constitucional que prevé el principio de paridad de género en candidaturas a legisladores federales y locales”, explica Belén Sanz.

Belén Sanz, de ONU México.
Belén Sanz, de ONU México.Imagen: ONU Mujeres/Mario Lugo

Como en México, el aumento del número de mujeres en el poder legislativo en la región ha sido notorio. Según datos de la Unión Interparlamentaria (IPU), a junio de 2018, seis de los 10 países del mundo con mayor cantidad de mujeres en sus parlamentos son de América Latina y el Caribe: Cuba (segundo), Bolivia (tercero), Granada (cuarto), Nicaragua (sexto), Costa Rica (séptimo) y México (noveno). En el otro extremo, los latinoamericanos peor rankeados son Guatemala, Brasil y Haití, situados a nivel mundial en los puestos 141, 153 y 185, respectivamente.

Los resultados preliminares en México "lo ubican hoy dentro de los primeros cuatro lugares a nivel mundial” adelanta Belén Sanz. "Las acciones afirmativas tienen un efecto directo para revertir la discriminación que sufren las mujeres en el ámbito público y que impiden su participación en igualdad de condiciones que los hombres”, agrega, y  atribuye este logro al trabajo desarrollado a lo largo de años por instituciones electorales y gubernamentales, organismos internacionales, organizaciones de la sociedad civil y movimientos de mujeres.

Mujeres, política e impacto social

La mayor participación femenina en la vida pública favorece un cambio de estereotipos y roles. "No sólo permitirá que las personas se habitúen a que las mujeres, al igual que los hombres, pueden desarrollar una carrera en la vida pública y son capaces de hacer frente a los retos que esto representa, sino que también permitirá la creación de roles o modelos a seguir en la carrera pública para otras mujeres”, destaca Belén Sanz.

Aunque ya no hay presidentas mujeres en la región, después de que llegó a haber cuatro simultáneamente (Michelle Bachelet en Chile, Cristina Fernández en Argentina, Dilma Rouseff en Brasil y Laura Chinchilla en Costa Rica), la mayor presencia femenina a nivel parlamentario es un signo positivo. "En América Latina, como en muchos otros sitios del planeta, hay cada vez más mujeres activas en política. Sin bien los retos son grandes, el avance es evidente. Cada vez más se va logrando paridad e igualdad. Hacia allá vamos”, destaca Kristin Wesemann.

Mexiko Kongress
Imagen: picture alliance/Demotix

Pero en la sociedad, en el día a día, persisten conductas machistas y todo tipo de violencia contra la mujer. En México, que, según datos de CEPAL, tiene una de las tasas más altas de feminicidios de America Latina -4,5 por cada 100.000 habitantes- sólo superado por Honduras y El Salvador, esta nueva Legislatura podría ayudar a poner dichos temas en la agenda.

"Es probable que algunas de las mujeres que accedan a estos cargos de decisión pública tengan en su agenda los derechos de las mujeres. Es un tema del que nos debemos hacer cargo tanto hombres como mujeres y que deberíamos exigir que ambos impulsen desde las Cámaras”, indica la experta de ONU Mujeres. "El involucramiento de los hombres es indispensable para lograr avances normativos”, apunta.

"Hemos visto, en algunas ocasiones, que los estereotipos que les han sido impuestos socialmente a las mujeres marcan de tal forma la experiencia de legisladoras que han promovido cambios normativos. Tal es el caso del reconocimiento del trabajo doméstico no remunerado y de cuidados, que en su mayoría es realizado por mujeres”, sostiene Sanz.

Sin embargo, "no hay una garantía para que se produzca una legislación favorable a las mujeres y a la equidad. El desafío es lograr, a partir de esa participación en la esfera de la toma de decisión, resultados concretos en beneficio de toda la sociedad. Mientras más respetuosa es la sociedad, mayor es su justicia y por ende, su sistema democrático gana en calidad y profundidad”, afirma Wesemann.

Las expertas coinciden en que la democracia se beneficia con la mayor participación de mujeres. "La propia diversidad que hay en ellas -mujeres rurales, urbanas, indígenas, con discapacidad, por ejemplo- favorece el encuentro de soluciones a los distintos problemas. La plena participación de las mujeres en la vida pública es necesaria para la creación de sociedades más prósperas e igualitarias”, sostiene Belén Sanz.

Victoria Dannemann (CP)

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