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Opinión: La vergüenza de Alepo

28 de septiembre de 2016

La situación en la ciudad siria de Alepo es cada vez más peligrosa y oprimente. No obstante, a juicio de Rainer Sollich, los habitantes tienen poca esperanza de recibir ayuda internacional en el corto plazo.

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Syrien Aleppo Männer in Trümmern mit Säuglingen
Imagen: Getty Images/AFP/A. Alhalbi

Desde 1986, el casco viejo de Alepo está en la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad. En 2006, la ciudad siria incluso fue declarada "capital cultural islámica”. Pero eso pertenece al pasado. Hoy día, reina la barbaridad en Alepo. El destino de la metrópoli siria simboliza de manera vergonzosa el fracaso de la comunidad internacional, que no ha sido capaz de ayudar a personas indefensas azotadas por una guerra. Simplemente se les ha abandonado a su suerte. La situación en Alepo es una vergüenza para todo el mundo.

Alepo está siendo bombardeada. Los combatientes avanzan. Barrios enteros son reducidos a cenizas. Nadie ayuda eficazmente, nadie interviene, nadie protege a los cerca de 100.000 niños que, según estimaciones de Unicef, corren peligro de muerte en los barrios del este de la ciudad bajo control de los rebeldes.

Sollich Rainer Kommentarbild App
Rainer Sollich dirige la redacción árabe de DW.

Aparentemente, los hospitales y los transportes de ayuda humanitaria también están siendo bombardeados intencionalmente. Sin lugar a dudas se trata de crímenes de guerra. Y el resto del mundo se queda de brazos cruzados. Algunos países incluso participan en la masacre.

Putin, el principal responsable

Sobre todo Moscú apoya activamente a Bashar al Asad en su intento por recuperar el control del país. En esta guerra, Alepo juega un importante papel simbólico y estratégico. De ahí que el presidente ruso, Vladímir Putin, sea uno de los principales responsables del sufrimiento de las personas en Siria.

A fin de defender sus intereses geoestratégicos, apoya a un brutal dictador sin escrúpulos, cuyos secuaces han asesinado a más personas en Siria que los terroristas del Estado Islámico (EI).

Sin embargo, también Estados Unidos carga con culpa. Hasta ahora no ha luchado consecuentemente ni contra Al Asad ni contra el EI. Esta política permitió que interviniera Rusia y que el país árabe se convirtiera en un campo de batalla para guerras subsidiarias en las que están involucradas Irán, la Hezbolá libanesa, Arabia Saudí y Turquía.  

Extremistas pulen su imagen

El conflicto es cada vez más complejo y cada vez más difícil de solucionar. Del lado de los rebeldes, las fuerzas extremistas ganan cada vez más influencia. Pese a que tampoco les importan los derechos humanos, en muchos lugares son los únicos que pueden repeler los ataques del régimen contra los civiles.

¿Y Europa? Europa sigue apostando por la diplomacia, altos el fuego, corredores humanitarios y negociaciones de paz. Pese a que estas variantes han fracasado varias veces, no hay alternativas. Como consecuencia, la esperanza es escasa. La guerra seguirá cobrando víctimas mortales en Siria. Y muchas personas seguirán intentando huir a la Europa segura. ¿Acaso no haríamos lo mismo?