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Opinión: En Cataluña no se juega la independencia

Jan D. Walter
29 de septiembre de 2017

La economía catalana florecerá sin España, promete el gobierno catalán, ya que Cataluña pasará a ser de inmediato un miembro de la UE. Esa mentira desenmascara los burdos motivos de los separatistas, opina Jan D. Walter.

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Imagen: Reuters/S. Vera

Los separatistas catalanes todavía no cuentan con una mayoría popular. Uno de los motivos es que en Cataluña muchos se sienten tanto españoles como catalanes, o más aún: más españoles que catalanes. La mitad dice tener como lengua materna tanto el español como el catalán.

Otro de los motivos, tal vez el más importante, es que los catalanes viven desde hace 40 años con tanta autodeterminación como ya no lo hacían desde hace, al menos, 300 años. Ninguna región en el mundo se administra de manera más autónoma que Cataluña.  Muchos lo saben. Y muchos aún recuerdan que después de la dictadura franquista, la mayoría se decidió por la Constitución española, y, con eso, puso en manos del gobierno central de Madrid una parte de su autodeterminación política. Con una participación electoral de cerca de dos tercios, en 1978 votaron a favor de eso más del 90 por ciento de los catalanes.

La recuperación de la soberanía perdida

Jan D. Walter, de DW.
Jan D. Walter, de DW.

Sin embargo, el porcentaje de catalanes que quieren convertir a su región en un Estado soberano ha aumentado. O, al menos, está desde hace diez años cada vez más presente, mientras los opositores de la independencia apenas si logran organizarse.

Si uno fuera un euroescéptico, podría sospechar que detrás del independentismo se oculta la frustración sobre que Madrid, al ingresar a la Unión Europea, entregó también, por su parte, una parte de su autodeterminación a Bruselas. Después de todo, la creciente crítica hacia la UE se alimenta justamente de ese problema: que muchos ciudadanos europeos tienen la sensación de haber perdido gran parte de sus posibilidades de codeterminación política. El referendo del "brexit" es, no en último término, una expresión de ello.

También en Cataluña hay personas que piensan así. Y algunos de ellos seguramente se estarán frotando las manos en vista de la creciente tensión entre Barcelona y Madrid, ya que Cataluña podría separarse de la UE durante años. Y esas personas tienen muy poco que ver con el fortalecimiento de un movimiento independentista.

Pero a las grandes figuras del independentismo catalán no les importan las pequeñas peleas por la soberanía, y, aunque, presuntamente, temen el ocaso de su cultura, también el movimiento identitario les resulta ajeno.

Lo que buscan los separatistas no es la autodeterminación

Las verdaderas razones por las cuales los políticos catalanes trabajan a todo vapor y con un éxito cada vez mayor para lograr la división están en otra parte: en cierta forma se trata de élites corruptas que quieren escapar de la Justicia española a través de la independencia, y hay otros que, simplemente, pretenden ampliar su poderío u olfatean su oportunidad para hacer historia.

Es notable que tanto la derecha moderada como la extrema izquierda utilicen consignas muy similares para revivir el nacionalismo de sus electores potenciales. En resumen, lo que exclaman es que Cataluña está siendo explotada y reprimida culturalmente por Madrid.

Que esa tesis es, por decir algo, muy discutible y hasta infundada, es secundario, ya que caen sobre el terreno fértil del descontento popular. En 2012, la crisis financiera internacional golpeó a la economía española con toda violencia, causando tasas de desempleo de mucho más del 20 por ciento, también en Cataluña, económicamente fuerte.

La mentira de una Cataluña independiente en la UE

El resultado provisional es una coalición de gobierno en Cataluña, formada por separatistas de derecha y de extrema izquierda, quienes ahora proponen convertir a Cataluña en un miembro soberano de la Unión Europea. Porque los separatistas también tienen en claro que una Cataluña que abandone el euro y la eurozona sufriría inevitablemente las consecuencias económicas que eso acarrearía. Por eso hacen como si una Cataluña independiente pudiera ingresar directamente a la UE.

Pero eso es, por supuesto, una estupidez. Incluso si Madrid no utilizara su veto en Bruselas -por ejemplo, porque el vínculo económico con la segunda región más rica de España, fuera demasiado importante para otras partes del país-, tanto Francia como Bélgica e Italia impedirían el ingreso de Cataluña, seguramente por tiempo indeterminado, para no darle argumentos a otras regiones que también aspiran a la independencia, como Córcega, Flandes y Lombardía.

Autor: Jan D. Walter (CP/ ERS)