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Por qué el “Berlinerisch” está desapareciendo de Berlín

Gero Schließ
9 de octubre de 2017

Berlín es como Babilonia: tiene una gran diversidad de idiomas. Pero uno de ellos está en peligro, según el columnista de DW Gero Schliess: el dialecto berlinés.

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Imagen: picture-alliance/dpa/A.Novopashina

Si está usted aprendiendo alemán, ya sabrá el significado de "ich”: yo. Ahora la versión berlinesa de este pronombre, "icke”, acaba de subir de categoría. La palabra ha entrado el templo más sagrado de la cultura lingüística alemana: el Duden, el diccionario que ha venido marcando los estándares oficiales de la ortografía alemana desde principios del siglo XX.

Ello no implica, sin embargo, que el "icke” sea parte de la alta cultura en Alemania. Pero, desgraciadamente, tiene algo en común con las piezas más laboriosas de esta: está en peligro. Por fortuna, el Duden ha tomado el testigo de la protección de esta versión berlinesa del pronombre de la primera persona del singular.

"Icke” debería ser Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad

En realidad, la UNESCO debería dar el siguiente paso y reconocer el valor cultural del "icke” añadiéndolo a su lista de Patrimonio cultural inmaterial. Será una buena medida, porque el "Berlinerisch”, o dialecto berlinés, está desapareciendo en la capital alemana.

Berlin Prenzlauer Berg - Straßenkneipen
El barrio de Prenzlauer Berg atrae a gente de todo el mundo.Imagen: picture-alliance/S. Reents

"Cada vez menos gente habla el verdadero dialecto berlinés”, titulaba un reciente diario, lo cual me alarmó inmediatamente. A la gente joven el "Berlinerisch” ya no le parece atractivo, y las 60.000 personas que se mudan a la ciudad cada año tampoco planean aprenderlo.

Por cierto, ¿sabía que a los recién llegados se les llama "Klippenkacka” (un término peyorativo para los habitantes de zonas costeras) en "Berlinerisch”? Tómese un segundo para saborearlo.

Mientras tanto, solo un cuarto de los habitantes de Berlín nacieron realmente allí. Algo que sigue disminuyendo. Ya es bastante malo que los berlineses vayan a desaparecer, no podemos dejar que la lengua se extinga.

Echaría muchísimo de menos a la gente regañándome en dialecto berlinés: por ejemplo, cuando un empleado de la tienda de DHL acepta a regañadientes mi tarjeta de crédito cuando voy a pagar por un sello de 75 céntimos, o cuando un coche pasan a toda velocidad con las ventanas bajadas y alguien me grita que saque mi bicicleta de la carretera.

Sí, Berlín es el hogar del "Berlinerisch”, como Nueva York lo es de la manzana o Viena de la tarta Sacher.

Deutschland, Schauspielerin Claire Waldoff
La actriz y cantante Claire Waldoff es un icono histórico de la cultura local berlinesa.Imagen: picture-alliance/dpa

El argot de los ladrones de Berlín

Sin embargo, al contrario que la tarta Sacher, el "Berlinerisch” no proviene precisamente de los más altos niveles de la maestría culinaria, sino más bien de los más bajos fondos: de las calles. Los lingüistas lo llaman "Rotwelsch”, que puede traducirse como el argot de los ladrones.

El "Berlinerisch” es el idioma de los delincuentes. Su historia data del siglo XII. Ya por aquel entonces los berlineses se quejaban de tener un hambre voraz. Como de costumbre, tomaban cualquier cosa que pudieran: primero nabos y repollos; a día de hoy, la tasa de pernoctación de los turistas desinformados. O los generosos subsidios federales que la capital recibe para museos, teatros y por mantener la seguridad en la ciudad.

Por lo que a mí respecta, el dialecto berlinés es el alma de la ciudad. Ello aunque sea común, vulgar, directo, impertinente y descarado.

Las virtudes de Berlín

No hay mejores palabras para describir el corazón de Berlín y las virtudes berlinesas, que atraen a tanta gente a la ciudad.

Pero, queridos ciudadanos del mundo, ayuden por favor a que estas virtudes pervivan. ¡Aprendan el dialecto berlinés! Todo está en peligro, también el alma de esta maravillosa ciudad. También yo voy a dedicarme seriamente a aprender "Berlinerisch”. Lo que no puedo prometer, eso sí, es que "Klippenkacka” vaya a ser alguna vez mi palabra favorita.

Autor: Gero Schliess (EAL/FEW)