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Pequeños bosques, ¿grandes efectos?

Selma Franssen
25 de mayo de 2021

Tras ganar popularidad en Asia, los pequeños y densos ecosistemas están echando raíces en zonas urbanas de Europa. Sus defensores afirman que mejoran la biodiversidad, la calidad del aire, e incluso nuestro bienestar.

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Niños cavando y plantando en Leicester, Reino Unido.
Un grupo de niños de Leicester, en Reino Unido, plantando un pequeño bosque en su escuela.Imagen: Leicester City Council

El ecoemprendedor Shubhendu Sharm está convencido de las ventajas de sus "Tiny Forests”, sus minibosques para la ciudad. En 2014, dio una charla TED en la que describía cómo estos pequeños ecosistemas crecen diez veces más rápido, son 30 veces más densos y presentan 100 veces mayor biodiversidad que un bosque convencional. Desde entonces, su empresa Afforestt ha plantado 138 bosques en diez países del mundo. 

Sus pequeños bosques se inspiran en la técnica del ecologista japonés Akira Miyawaki. Fue el primero en crear bosques urbanos compactados en terrenos degradados. Plantados cerca de casas, escuelas o fábricas, apenas cubrían una superficie del tamaño de seis plazas de aparcamiento y eran tan densos que ni siquiera se podían pisar.

"Si ven un terreno baldío, recuerden que puede ser un bosque en potencia”, es el lema de Sharma.

¿Prosperan en Europa los bosques diminutos?

Mientras tanto, estos pequeños oasis forestales están brotando por toda Europa. Para sus defensores, son clave para salvar la flora y la fauna de las ciudades. Atraen a pájaros e insectos, y como sumideros de CO2 contribuyen a alcanzar los objetivos climáticos, según los argumentos.

El biólogo belga Nicolas de Brabandere dio con el trabajo de Sharma mientras buscaba una solución para restaurar ecosistemas y crear puestos de trabajo. Tras visitar a Sharma en India para conocer su técnica, plantó su primer bosque urbano en 2016. Desde entonces ha creado su propia empresa de plantación de bosques urbanos en Bélgica y Francia.

El fundador de Afforestt, Shubhendu Sharma (dcha.), frente a una parcela de bosque.
El ecoemprendedor Shubhendu Sharma (dcha.) se inspiró en el método del ecologista japonés Akira Miyawaki para plantar pequeños y densos bosques urbanos.Imagen: Afforestt

Uno de los primeros retos fue adaptar el método Miyawaki a las condiciones del suelo, las especies y el clima tan diferentes de Europa, informa de Brabandere. "Las especies de árboles que siempre han crecido aquí tienen más probabilidades de prosperar y adaptarse bien al cambio climático”, afirma. "Así que me puse en contacto con científicos y viveros para identificar especies de árboles autóctonos adecuados y materiales regionales para mejorar el suelo”. De ese modo, plantó especies como el roble albar, el tilo, el manzano y el peral silvestres.  

La idea también ha cuajado en Alemania. En marzo de 2020 se plantó el primer bosque en Brandeburgo. Con 700 metros cuadrados, "Wald der Vielfalt”, o Bosque de la Diversidad, es más grande que los ya existentes y alberga 33 especies de árboles autóctonos, en su mayoría arces, hayas, robles, fresnos y tilos.

Pero ¿están los bosques diminutos a la altura de las circunstancias?

Medición del impacto ambiental

Daan Bleichrodt, que trabaja para IVN, una organización holandesa cuyo objetivo es conectar a las personas con la naturaleza, quedó igualmente impresionado por la historia de Sharma. En 2015, Bleichrodt adaptó el método para plantar el primer bosque diminuto en Holanda, iniciando así un movimiento que desde entonces ha hecho crecer 126 bosques de tales características.

Crecimiento de un bosque diminuto en el Reino Unido seis meses después de su plantación.
Este bosque diminuto muestra su progreso seis meses después de su plantación. Una de sus ventajas es la rapidez de su crecimiento.Imagen: Earthwatch

Asimismo, IVN ha plantado un "bosque control” junto al bosque diminuto de Zaandam, que sigue un método de crecimiento más natural. Consiste en setos y plantas de bayas para atraer a los pájaros, que luego son los que dispersan las semillas. Al cabo de unos años, esperan determinar el impacto de los bosques diminutos en la calidad del aire y del suelo, así como en la biodiversidad y en la capacidad de frenar el efecto isla de calor en las ciudades.

Investigadores de la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos, también están recopilando datos sobre el bosque control de Zaandam y otros diez bosques diminutos del país, todos ellos de entre 200 y 250 metros cuadrados.

"En general, los resultados son prometedores”, afirma Fabrice Ottburg, investigador medioambiental de la Universidad de Wageningen. "Identificamos 934 especies diferentes de plantas y animales, se recogieron más de 6 millones de litros de agua de lluvia durante en el período de investigación y registramos temperaturas más bajas dentro de los bosques en comparación con la ciudad pavimentada”.

Aunque los resultados varían según los proyectos, los investigadores descubrieron que un bosque diminuto de 200 m2 puede secuestrar 250 kilogramos de CO2 al año. Esa es la cantidad de CO2 que se emite en un viaje en coche de Ámsterdam a Barcelona, según los científicos.

Un bosque diminuto recién plantado en Glasgow, Reino Unido.
Un bosque diminuto recién plantado en Glasgow, Escocia, demuestra cómo se puede reverdecer el espacio urbano.Imagen: Seven Lochs

¿Existe una amenaza de disminución de la biodiversidad?

Los bosques diminutos son relativamente nuevos en Europa. Voces críticas, como la arquitecta paisajista holandesa Tinka Chabot, dudan de que prosperen a largo plazo. Uno de los problemas es que la falta de espacio podría dar lugar a una competencia entre especies, provocando un descenso de la biodiversidad.

"Observamos que muchos arbustos y hierbas bajas empiezan a desaparecer al cabo de tres años”, explica Ottburg. "Sin embargo, eso ocurre en todos los ecosistemas. A medida que los pequeños bosques crecen, los árboles mueren ocasionalmente, dejando paso a los arbustos bajos”.

En Japón, donde el movimiento está más arraigado, se ha constatado, que a largo plazo, es el suelo y no las condiciones climáticas lo que determinan el éxito de los bosques.  

Ottburg admite que los bosques diminutos no son una solución milagrosa. Pero cree que deben considerarse como uno de los muchos elementos que pueden hacer que las ciudades sean más verdes y atraigan más plantas y animales a largo plazo.

"En las ciudades densamente pobladas, puede ser difícil encontrar espacio para un nuevo parque de grandes dimensiones. A menudo es más fácil crear muchos espacios naturales más pequeños, pero conectados entre sí, como los bosques diminutos, pero también los tejados verdes y las riberas naturales de los ríos”, añade Ottburg.

Un paseo marítimo en Tokio, Japón, bordeado de ginkgos.
Los estudios sugieren que lo árboles y los bosques en las ciudades tienen un impacto positivo en el bienestar de las personas.Imagen: KAZUHIRO NOGI/AFP/Getty Images

Árboles para el bienestar

Cada vez son más las investigaciones que evalúan los efectos positivos de pasar tiempo en la naturaleza para la salud de las comunidades urbanas.

El año pasado un equipo de científicos publicó que entre los 9.751 residentes examinados de Leipzig, en Alemania, quienes vivían a menos de 100 metros de árboles en la calle tomaban menos antidepresivos.

El bienestar es uno de los objetivos de la organización medioambiental Earthwatch Europe, que creó el primer bosque diminuto en el Reino Unido en marzo de 2020. Desde entonces ha creado otros 16.

Las comunidades locales participan en la plantación, el mantenimiento y la supervisión de los bosques, y utilizan encuestas de opinión para evaluar su efecto. Se crean espacios dentro de los bosques para permitir las visitas de escuelas y organizaciones.

"Acercar a la gente a los bosques diminutos la reconecta con la naturaleza y con sus vecinos”, explica Bethany Pudifoot, investigadora de Earthwatch Europe.

"Ya no conocemos los nombres de los árboles y los pájaros, y sabemos poco sobre sus hábitats”, cuenta el biólogo belga de Brabandere. En las redes sociales, comparte de forma regular información sobre los bosques urbanos con la esperanza de que un mayor conocimiento de los mismos garantice su prosperidad.  

"Me parece que muchos están desesperados por encontrar una forma práctica de combatir el cambio climático y conectar con la naturaleza. Los bosques urbanos la ofrecen”, afirma. "Para mí, más que nada, son un lugar donde la gente puede oír el canto de los pájaros y el zumbido de los insectos”.

(ar/cp)

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