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Refugiados desesperados en Grecia

Meike Verlaat (MS/DZC)14 de mayo de 2016

Ocho semanas después del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía, los migrantes siguen varados en Grecia. Quien tiene posibilidades de asilo, espera. Otros intentan volver a nado a la costa turca.

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Griechenland Chios Souda Flüchtlingscamp
Imagen: DW/D. Cupolo

Mahmud Alo espera desde hace ya 45 días en la isla griega de Quíos. Este joven de Damasco quiere llegar al norte de Alemania, donde se encuentran su madre y tres hermanos. Pero, apenas llegó a Grecia, fue llevado a una especie de campo de internamiento llamado Vial. A este recinto van a parar los migrantes que llevan allí más de 25 días. El hecho de que sus puertas estén abiertas no cambia mucho las cosas. “Es una isla, no se puede ir muy lejos”, dice Alo y cuenta cómo en ocasiones camina hasta el pueblo más cercano para comprar comida. Porque la que reciben en el campo “es muy mala”, asegura.

“Las condiciones de los campos son terribles”, asegura Maria Lavida, portavoz de la organización “Médicos del mundo”. Lavida se encuentra actualmente en el campo de refugiados de Souda, en la ciudad de Quíos. “Según mis informaciones, la situación en Vial es similar. Los recintos están saturados, la higiene escasea y no hay espacio para quienes recién llegan”, explica.

Información falsa

Pero ¿cómo es posible que siga llegando gente a Grecia a pesar del cierre de fronteras y de las miserables condiciones de vida que allí hay? “A los migrantes se les dice en Turquía que las fronteras están aún abiertas y que las condiciones son buenas. Sencillamente, los mandan hacia Grecia”, explica Lavida. Alo corrobora estas palabras: “Yo sabía que las fronteras estaban cerradas, pero a mí se me dijo que eso no afectaba a los sirios. Pensé que podría continuar mi camino, sobre todo porque ya hay miembros de mi familia en Europa”. Como ese no fue el caso, Alo presentó demanda de asilo hace unos 35 días. “Se me asignó un número, pero nadie volvió a llamarme. No tengo información alguna sobre cómo y cuándo continúa el proceso”. En el campo se especula mucho y nadie recibe información oficial de las autoridades.

A la espera de asilo

La mala suerte se cebó especialmente con el afgano Mohamed Karim Toryalai. Después de viajar un mes entero por Paquistán, Irán y Tuquía, fue el primero en llegar a Quíos justo después de que la Unión Europea y Turquía pusieran en marcha el acuerdo sobre refugiados. Al menos su petición de asilo fue tramitada con relativa agilidad. Cuanta más gente llega a Vial, más sobrecarga de trabajo tienen los funcionarios.

Griechenland Haftanstalt auf Chios
Migrantes en el campo de Quíos, en Grecia.Imagen: Getty Images/AFP/L. Gouliamaki

“Hay solo dos personas para tramitar los procesos de dos mil migrantes. Si las cosas siguen así, habrá quien deba aguantar aquí seis meses o un año más”, dice Toryalai. El campo no está preparado para eso. Los desencuentros son habituales entre los numerosos refugiados de diferentes países que allí conviven. El tío y el primo de Toryalai llegaron al campo después de él y aún esperan su entrevista con los funcionarios.

Desesperados intentos de huida

En esa espera, volver a Turquía se plantea como opción para algunos. Alo cuenta que ya sabe de seis o siete familias que desean volver allí para encontrar otro camino que les permita alcanzar el corazón de Europa. La agencia de noticias dpa informó que a principios de esta semana (9.05.2016) hubo refugiados que trataron de recorrer a nado los 15 kilómetros que separan Quíos de la costa turca. Se trataba de cinco marroquíes y un argelino que estaban especialmente desesperados porque no tenían esperanza de recibir asilo.

Lavida relata que, desde principios de abril, no ha habido en Quíos devoluciones oficiales de migrantes a Turquía. Cree que ello se debe a una medida de presión por parte de Turquía para lograr finalmente la exención de visa a los ciudadanos turcos en Europa. Según Lavida, muchos refugiados de Quíos no quieren ir a otros campos del país, porque tienen miedo de que desde allí se los deporte. Toryalai ya no tiene de qué preocuparse: “Acabo de recibir mi autorización de asilo”, dice. “Ahora puedo ir a Atenas y allí me darán nuevos papeles“. Toryalai espera que su familia pueda reunirse pronto con él. Hasta que llegue ese momento, solo cabe esperar.