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“Ruanda era un país con profundas cicatrices”

Dirke Köpp / lab7 de abril de 2014

El Dr. Alexander Kudascheff fue el primer reportero de DW que cubrió el genocidio en Ruanda hace 20 años. El actual redactor jefe de la emisora cuenta sus impresiones y critica el papel de la comunidad internacional.

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DW: Doctor Kudascheff, poco después de que se diera el genocidio en Ruanda, usted estaba allí, informando para Deutsche Welle. ¿Cuál fue su primera impresión al llegar?

Alexander Kudascheff: Puede que suene raro, pero al entrar en Ruanda en coche, lo que pensé fue: “Qué país tan sumamente hermoso”. Me recordó a la Selva Negra. Salí del coche para admirar las bellas colinas y los poblados bosques, y de repente tenía una pistola apuntándome a la cara. Delante de mí había un niño soldado de entre 9 y 11 años. En aquel momento, yo todavía era fumador, y me pregunté si conseguiría calmar al niño ofreciéndole un cigarrillo. Comencé a hablar con él, y me dijo que el líder rebelde Paul Kagame (el actual presidente de Ruanda) había pasado por la zona hacía poco rato. Ahora era deber del niño montar guardia. Le felicité por recibir una tarea tan honorable, decidí olvidarme del cigarrillo, y seguí mi camino.

¿Se encontró con más niños soldados?

Sí, vi bastantes. Pero no llevaban uniforme, y no se podía saber con seguridad si pertenecían a algún bando. Simplemente corrían de un lado a otro. Supuse que algunos de ellos habían cogido armas abandonadas por los soldados Hutu fugitivos. Ruanda era un país altamente armado en aquel momento, y muchas de las armas estaban en manos de niños.

Para su viaje contó con la ayuda de un conductor ugandés con el que se dirigía a la capital del país, Kigali. ¿Cómo fue la experiencia?

DW 60 Jahre Alexander Kudascheff
Alexander Kudascheff, redactor jefe de DW.Imagen: imago/Kai Bienert

Atravesamos el país entero y pasamos la frontera hacia Goma, en la República Democrática del Congo (que después sería Zaire). Queríamos ver qué había pasado con los refugiados. En aquel momento, la mayoría de los periodistas no estaban en Ruanda, sino que cubrían lo que se llamó la tragedia de los refugiados en Goma. Y los que estaban interesados en Ruanda tenían sus ojos principalmente en la búsqueda de los asesinos Hutu que se encontraban en paradero desconocido.

Mi impresión, no obstante, fue que el país es bellísimo, y la gente maravillosa. Aún así, por supuesto, Ruanda era un país con profundas cicatrices. Por la calle había pilas de calaveras, y la gente hablaba de cómo sus familiares habían muerto masacrados. Allá donde íbamos, notábamos que la gente quería hablar, contar sus historias, y se apreciaba lo que había pasado en esta gente, en su mezcla de alivio y arrepentimiento por haber sobrevivido, así como en su miedo por el futuro.

Aún así, durante el genocidio, los ojos del mundo no estaban puestos en Ruanda. En retrospectiva, como periodista, me avergüenzo de la poca atención que se le dio. Pero más vergüenza debería darles a aquellos que estaban en un puesto de responsabilidad: la ONU, Occidente, la OTAN, y especialmente Bélgica, el antiguo poder colonial.

Hügellandschaft in Ruanda
La belleza de los parajes de Ruanda: similitudes con "la Selva Negra".Imagen: DW/A. Le Touzé

En el genocidio de 1994, la comunidad internacional falló miserablemente. Desde este fallo, el principio de responsabilidad de protección ganó más protagonismo. ¿Cómo está respondiendo a esto la comunidad internacional hoy?

No está dando la talla. En aquel momento, paralelamente al genocidio sucedía también el conflicto de los Balcanes, donde se plantearon exactamente las mismas preguntas. Y hoy seguimos teniendo intervenciones en las que se ha fallado completamente, como en Somalia, o casos en los que se ha fallado en parte, como en Bosnia. Hay otras intervenciones donde el resultado todavía no queda claro, como en Kosovo. Y todavía no podemos decir cómo quedarán las cosas en la República Centroafricana o en Mali.

Moralmente, creo que no hay debate posible en estos temas: hay que hacer todo lo posible por ayudar a esta gente. Y se debe intervenir durante un período corto para tratar de calmar la situación, pero después hay que salir de allí lo antes posible para que los ciudadanos aprendan a lidiar con la situación ellos mismos. De no ser así, podría suceder lo que pasó en Afganistán: al principio, las cosas fueron bien, pero allá por el año 2004-2005, las cosas empezaron a cambiar.

El Dr. Alexander Kudascheff es redactor jefe de Deutsche Welle. Antes de enero de 2014 dirigía la redacción política de DW en Berlín. Como reportero, Kudascheff ha viajado a muchas regiones del mundo. En 1994 fue corresponsal desde Ruanda.

Autora: Dirke Köpp / lab
Editor: Enrique López