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Seguridad europea está fragmentada por guerra en Ucrania

5 de diciembre de 2015

Los 57 socios de la OSCE escenificaron en Belgrado la desconfianza y la división causada por el conflicto de Ucrania, en el cierre de una cumbre que, a duras penas, logró una postura común sobre terrorismo y refugiados.

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Homólogos en Belgrado: Kerry y Lawrow
Homólogos en Belgrado: Kerry y LawrowImagen: Getty Images/AFP/J. Ernst

"Estamos afrontando un desafío, probablemente, el mayor desde el fin de la Guerra Fría", indicó el secretario general de la OSCE, Lamberto Zannier antes de la clausura en Belgrado de la cumbre ministerial de la OSCE.

Este diagnóstico tiene tres narrativas distintas de lo ocurrido desde el fin de la Guerra Fría y la desaparición de la Unión Soviética hace 25 años, con las que tratan de explicar cómo se ha llegado a la actual situación.

Por un lado, la perspectiva occidental, en la que el fin de la Guerra Fría y la disolución de la URSS trajo la liberación a los países de Europa Central y del Este del dominio soviético. El enfoque ruso, por el contrario, destaca la expansión de Occidente a expensas de Rusia, que vio como sus antiguos aliados o satélites pasaron al otro bando, entrando en la OTAN y la UE y “amenazando así su seguridad y sus fronteras”.

La tercera visión sería la de los países que quedaron en medio, como Georgia, Moldavia y Ucrania, que se mueven lentamente hacia sistemas democráticos, pero ven a Rusia como una amenaza. Así hasta llegar "las crecientes divisiones en la comunidad europea, euro-atlántica o euro-asiática", según Zannier. Aunque nadie esperaba una declaración conjunta, no se ha consensuado ninguna desde hace 13 años, la división llegó hasta el punto de que fue difícil aprobar textos sobre temas sobre los que normalmente no hay diferencias, como la lucha contra el terrorismo o el narcotráfico.

Mientras haya diálogo habrá entendimiento

"Yo no mediría el éxito del Consejo en términos del número de documentos, sino en términos de la capacidad de discutir", había advertido antes Zannier.

De hecho, la cita de Belgrado fue más importante por los encuentros bilaterales que por lo que salió del plenario. El ministro de Exterior de Rusia, Serguéi Lavrov, se reunió con su homólogo estadounidense, John Kerry, con el que tenía previsto hablar sobre Ucrania pero también sobre la situación en Siria y la lucha contra el yihadismo.

Lavrov también se vio con Federica Mogherini, jefa de la diplomacia europea, y con Frank-Walter Steinmeier, un encuentro importante ya que el ministro de Exteriores de Alemania asume en 2016 la presidencia de turno de la OSCE.

Pero la cita que más expectación generó fue la de Lavrov con su homólogo turco, Mevlut Cavusoglu, la primera de alto nivel entre los dos países desde el derribo de un avión ruso por Turquía, un incidente que ha disparado la tensión entre los dos países. Sin embargo, el encuentro no sirvió para rebajar la tensión turco-rusa.

La respuesta a este panorama de desunión fue apostar por más diálogo, pese a que incluso hablar, aún cuando son temas que afectan a todos, como el terrorismo o el cambio climático, es difícil.

Respecto a Ucrania, todos, aún Rusia, coincidieron en que es preciso aplicar plenamente los acuerdos de Minsk de febrero, que incluyen un alto el fuego de cuya verificación se ocupa la OSCE, y que es violado continuamente.

JOV (efe, dpa)