Prueba de fuego para Macron

La vida de los franceses probablemente será algo incómoda en las próximas semanas. Con basura sobre las aceras porque los recolectores de basura están en huelga. Con apagones eléctricos en las fábricas por acciones de los sindicatos de la energía y con la huelga en la empresa estatal de ferrocarriles SNCF, el centro de la resistencia contra las reformas del presidente Macron. Escapar al extranjero tampoco es una solución viable, ya que los empleados de Air France anunciaron que continuarán con sus protestas.

Durante más de cuatro meses, los sindicatos franceses han lamido sus heridas, tratando de digerir su grave derrota en la huelga de otoño 2017. En aquel entonces consiguieron algunas concesiones por parte del gobierno francés, pero no pudieron evitar la reforma del mercado laboral. Al contrario, el gobierno de Emmanuel Macron logró dividir a los sindicatos y contener el descontento de la población. La participación en las manifestaciones fue muy baja. Pero en esta primavera todo será diferente, según los sindicatos.

Privilegios controvertidos para pocos

Los sindicatos no solo se presentan más unidos ante este nuevo enfrentamiento, sino también con un plan ambicioso. En el centro de las protestas se encuentra la empresa estatal SNCF, tremendamente endeudada con más de 45 mil millones de euros. La reforma del gobierno establece que en adelante los nuevos empleados ferroviarios deberán renunciar a los amplios privilegios que incluyen el derecho de jubilarse 10 años antes de lo establecido. Los sindicatos consideran los planes de gobierno un ataque frontal e iniciaron el 3 de abril una serie de huelgas por más de un cuarto de año. Los sindicatos planean que sus miembros estén en huelga dos días por semana y que trabajen tres.

Las demandas de los empleados de Air France son, en comparación, relativamente modestas. Ellos están en huelga para conseguir un aumento salarial del seis por ciento.

¿Peligro para Macron?

Aunque los sindicatos traten de presionar al gobierno por varios frentes, la huelga de los trabajadores ferroviarios es especialmente peligrosa para Macron y su primer ministro, Edouard Philippe. Según las encuestas, la mayoría de los franceses apoya el plan de reducir privilegios en las empresas estatales, pero, si su vida se paraliza por más de dos semanas, la opinión pública podría cambiar. De momento por lo menos, las encuestas indican que una gran parte de los franceses, después de una década de debates, acepta la necesidad de reformar el Estado.

A todo esto hay que agregar que las reformas planeadas en Francia son relativamente cautelosas en comparación con las reformas laborales en Alemania bajo el excanciller Gerhard Schröder. A pesar de que el nivel de deuda estatal alcance el 100 por ciento, el presidente Macron solo quiere eliminar 120.000 puestos de trabajo de los 5,6 millones de empleos en el servicio estatal hasta el año 2022. Y eso a pesar de que Francia tiene un 20 por ciento más de empleados estatales que Alemania con una población significantemente mayor.

Pocos expertos se atreven a predecir el resultado del enfrentamiento entre los sindicatos y el gobierno francés. La dinámica política en Francia es demasiado impredecible.

Pero una cosa es segura: si el gobierno cede ante las presiones de la calle, la gran reforma de las pensiones, uno de los puntos centrales del mandato de Macron y planeada para 2019, estará fuera de discusión.

Autor: Andfreas Noll (GG/VT)