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Siria y el problema de las intervenciones internacionales

Kersten Knipp/ Cristina Papaleo16 de marzo de 2013

La guerra en Siria demuestra la complejidad de las intervenciones internacionales. Las potencias implicadas persiguen, la mayoría de las veces, objetivos e intereses diferentes, lo cual dificulta el manejo de conflictos.

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Soldados de
Imagen: REUTERS

La Guerra Fría terminó hace mucho tiempo, pero el mundo en que vivimos no es por eso más pacífico. A la era de las grandes guerras le siguió una de numerosos conflictos menores. El Instituto para la Investigación de Conflictos Internacionales de Heidelberg, en el sur de Alemania, informa que hubo un total de 396 conflictos en todo el mundo en 2012, 11 más que en 2011. Y en todo el globo se desarrollan actualmente 18 guerras, 25 guerras parciales y 43 conflictos graves.

Organizaciones como las Naciones Unidas trabajan sin descanso en 14 misiones de paz. En esa organización se desempeñan unas 114.000 personas en todo el mundo. Su presupuesto anual es de 7.230 millones de dólares, y sus cuatro principales contribuyentes son EE. UU., Japón, Gran Bretaña y Alemania.

“No se deben sobreestimar posibilidades”

En vista de la diversidad de los conflictos, así como de los enormes costos que ocasionan, los países occidentales buscan nuevas alternativas para intentar solucionar los enfrentamientos armados de manera eficaz. Alemania, por ejemplo, está volviendo a definir su rol en el manejo internacional de conflictos. Dado que este país sabe que tanto sus posibilidades de intervención como las de sus socios en la OTAN, la Unión Europea y la ONU son muy limitadas, ya se alzan voces que alertan sobre una visión demasiado optimista al respecto. “No debemos sobreestimarnos”, dijo el ministro alemán de Defensa, Thomas de Maizière, durante su discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich de este año. “No debemos creer que podemos manejar la evolución de todos los conflictos que hay en el mundo”, añadió. “No seremos arquitectos globales en ese aspecto”.

Cascos azules filipinios que fueron secuestrados por rebeldes sirios aguardan conferencia de prensa en Jordania. (9/3/2013).
Cascos azules filipinios que fueron secuestrados por rebeldes sirios aguardan conferencia de prensa en Jordania. (9/3/2013).Imagen: REUTERS

Costos materiales y políticos

Las posibilidades de manejo de los conflictos son claramente limitadas, algo que se ve demostrado, sobre todo, en el caso de Siria. Tanto Alemania como los demás países miembro de la UE están a favor de la lucha de los rebeldes contra el régimen de Bashar Al Assad. Sin embargo, aún no se ponen de acuerdo en cuanto a cuál es la mejor manera de brindarles apoyo. Francia, y, sobre todo, Gran Bretaña, abogan por el envío de armamento a los rebeldes sirios. Francia ya anunció que lo haría de un modo u otro, aunque los otros países no lo acompañaran.

Salim Idriss, jefe militar de los rebeldes sirios, en el Parlamento Europeo. (Febrero 2013).
Salim Idriss, jefe militar de los rebeldes sirios, en el Parlamento Europeo. (Febrero 2013).Imagen: picture-alliance/dpa

Alemania, entre otros, no está de acuerdo con esa medida. Los países que no apoyan el envío de armas a Siria piensan que eso podría tener consecuencias políticas de peso, y tienen dos motivos para eso: en primer lugar, no pueden caracterizar del todo la orientación ideológica de los rebeldes sirios, y no cuentan con informaciones seguras acerca del rol de los radicales islamistas dentro de la oposición armada. Luego de lo sucedido en Libia, los Estados de la Unión Europea quieren, además, evitar a toda costa que las armas caigan en manos de yihadistas que puedan usarlas alguna vez contra intereses occidentales.

Temor de que la guerra en Siria se extienda a otros países

Pero lo que más temen Alemania y los otros países que se niegan a enviar armas a los rebeldes sirios es que el conflicto se recrudezca y pueda atizar los enfrentamientos también en otros países de la región. Hace tiempo que las potencias del globo y otros actores interesados tomaron posición respecto de la guerra en Siria: Arabia Saudí, Qatar, Turquía, EE. UU. y la UE apoyan a los rebeldes sirios, mientras Rusia, China, Irán e Irak están del lado del dictador Assad. Un apoyo decidido y armado podría desatar un conflicto entre esos actores, algo que ninguna de ellas desea, a pesar de su compromiso entre líneas.

Es por eso que la guerra en Siria se puede tomar como modelo de funcionamiento de las intervenciones militares. Las diferentes partes tienen intereses demasiado diversos que no se pueden reducir a un denominador común. Ni siquiera en la mayor organización internacional del planeta, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, los países allí representados pudieron llegar a una posición común respecto de Siria.

John Kerry y el nuevo jefe de la Coalición Nacional Siria, Mouaz Al Khatib, en Roma. (Febrero 2013).
John Kerry y el nuevo jefe de la Coalición Nacional Siria, Mouaz Al Khatib, en Roma. (Febrero 2013).Imagen: Reuters

El politólogo Christian Mölling, de la Fundación Ciencia y Política, explicó en conversación con DW que la principal dificultad se produce en las misiones militares internacionales, en las que trabajan varios países en conjunto. Cada uno recibe un mandato especial, ya sea de la ONU, de un gobierno o de la OTAN, y el objetivo es que todos ellos concuerden. Pero justamente esa meta es difícil de lograr, dice Mölling, ya que los intereses de las partes se contradicen a menudo. “Eso significa que hay que apuntar a hacer mayores concesiones”, señala el experto.

En Siria, los conflictos de intereses están a la orden del día. No solo en la lucha de los rebeldes contra el régimen, sino también en la batalla por el futuro balance geopolítico en la región. Desde el inicio de la guerra en Siria, hace más de un año, murieron más de 70.000 personas, y los protagonistas de la guerra no han llegado aún a un compromiso. Así las cosas, la eficacia de las intervenciones internacionales, aún después de que diversos actores acuerden llevarlas a cabo, sigue siendo limitada.

Autora: Kersten Knipp/ Cristina Papaleo

Editora: Rosa Muñoz Lima