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Tijuana, cuello de botella para los migrantes

20 de noviembre de 2018

La llegada de miles de migrantes a la ciudad fronteriza mexicana de Tijuana ha provocado un brote de xenofobia. El cambio de mando en México el 1 de diciembre y una oferta de Canadá podrían apaciguar la situación.

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Mexiko, Mexicali: Migranten, Teil einer Karawane, die zu Tausenden aus Mittelamerika auf dem Weg in die Vereinigten Staaten unterwegs ist, reisen von Mexicali nach Tijuana
Imagen: Reuters/K. Kyung-Hoon

La caravana de migrantes centroamericanos tardó menos de un mes en cruzar México. Desde el fin de semana pasado, una vanguardia de casi 2.500 personas acampa en un pabellón deportivo en Tijuana. La ciudad fronteriza es el destino preferido, a pesar de que supone un viaje mucho más largo, porque la ruta a Matamoros en el Golfo de México está controlada por los cárteles de la droga. Y porque los coorganizadores de la caravana, la ONG Pueblos Sin Fronteras, tienen su sede en California y esperan que las autoridades locales sean más tolerantes con las solicitudes de asilo que, por ejemplo, las del conservador estado de Texas. Pero precisamente en Tijuana, donde los guardias fronterizos estadounidenses han reforzado la doble valla fronteriza con alambre de púas en los últimos días, la marcha de los migrantes se ha detenido por el momento. La caravana podría quedarse atrapada en el cuello de botella del desierto californiano, sobre todo por razones políticas.

El impresionante tamaño de la caravana y el interés por parte de los medios de comunicación son un arma de doble filo: ofrecen protección contra los ataques de bandas criminales y una cierta infraestructura en el camino, pero también convierte a los migrantes en objetivo político. El presidente estadounidense, Donald  Trump, sigue tuiteando con furia y mandó cerrar la frontera durante varias horas el lunes pasado para reforzar las instalaciones con cemento, lo que despertó el descontento de miles de viajeros. El alcalde de Tijuana, el conservador Juan Manuel Gastélum, emuló a Trump: "No me atrevo a decir que son todos los migrantes, pero hay algunos que son vagos mariguanos, van agrediendo a familias de Playas de Tijuana, ¿qué es eso?"

Protestas contra migrantes de Centroamérica en Tijuana.
Protestas contra migrantes de Centroamérica en Tijuana. Imagen: Reuters/A. Latif

Políticos alimentan la xenofobia

En una ciudad que prospera con el comercio transfronterizo y en la que la mitad de sus dos millones de habitantes son inmigrantes, estas declaraciones parecen un poco extrañas. Además, Tijuana es todo menos "tranquila", como señala el columnista Carlos Puig: "Sí, [el alcalde] dijo la palabra tranquilidad, porque siete asesinatos diarios hacen que los tijuanenses vivan muy tranquilos".

Sin embargo, en Tijuana por primera vez la gran solidaridad de los mexicanos dio paso a la hostilidad abierta. Las caravanas de migrantes se han vuelto un fenómeno recurrente en los últimos años, pero esta vez se juntaron varias y el fenómeno se ha hecho muy grande, lo que ha hecho que algunos lo vean como algo amenazante, explica el sociólogo José Moreno Mena al portal Frontera.

Cemento y  alambre de púas en la frontera.
Cemento y alambre de púas en la frontera. Imagen: Getty Images/AFP/G. Arias

Se esperan hasta 3.000 migrantes más en los próximos días, una situación potencialmente explosiva. Las capacidades de la ciudad fronteriza estaban casi agotadas incluso antes de la llegada de la caravana. Cientos de personas pasan por Tijuana todos los días. Unos son los centroamericanos en camino a los Estados Unidos, los otros son mexicanos deportados del vecino del norte. En la ciudad hay lugares donde se sirve comida organizada por voluntarios. También hay alrededor de mil alojamientos para pasar la noche, que son mantenidos por la iglesia. Pero eso no es suficiente. Cada día, cientos de personas tratan de sobrevivir en la calles, vendiendo dulces, limpiando las ventanillas de los coches o transportando cargas en el mercado.

¿Ayuda desde Canadá?

Muy pocos de ellos logran entrar a los Estados Unidos de manera legal. Cada día, las autoridades fronterizas estadounidenses aceptan entre 30 y 50 solicitudes de asilo. La lista de espera es larga. Las oportunidades para los migrantes son escasas, admite el pastor Alejandro Solalinde, director de un albergue de migrantes. "En realidad, solo hay dos opciones: o se quedan en México, donde el nuevo presidente Andrés Manuel López Obrador les ha ofrecido trabajo, o esperan un puente aéreo y marítimo y asilo en Canadá. El arzobispo canadiense Leonardo Marín Saavedra abrió esta posibilidad a los migrantes el pasado lunes.

Una propuesta correspondiente está siendo examinada actualmente por el gobierno canadiense, dijo en el pabellón de deportes en Tijuana. Sin embargo, la transferencia comenzaría como muy pronto en primavera y sólo para aquellos que podrían ser aceptados. Hasta entonces, recibirían cursos de inglés y capacitación vocacional en Tijuana. Mientras tanto se agrava la situación en el cuello de botella fronterizo.

(gg/er)

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