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Transparencia Internacional: "La corrupción mata"

Nicolas Martin
28 de enero de 2021

Según el Índice de Percepción de la Corrupción 2020, más de dos tercios de los países del mundo son corruptos. La pandemia es un buen caldo de cultivo para la malversación de fondos públicos y el nepotismo.

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Imagen: Getty Images/AFP/G. Guercia

La pandemia significa para todos un estado de excepción continuo. Desde hace un año, los Gobiernos de todo el mundo deben gestionar ese estado de excepción: adquirir aparatos médicos, importar cubrebocas, preparar la vacunación, así como repartir paquetes de ayuda y dinero. ″Lamentablemente, la pandemia les viene bien a los Gobiernos corruptos″, dice Daniel Eriksson, director de Transparencia Internacional, una organización que anualmente publica un índice de corrupción.

Este año, los expertos de Transparencia Internacional se concentraron en la relación entre corrupción y atención sanitaria. ″Hay un vínculo entre el nivel de corrupción y la respuesta a la crisis sanitaria producida por la pandemia″, dice Eriksson a DW, quien agrega que los Gobiernos autoritarios no actúan de forma transparente sobre todo en la adquisición de aparatos médicos y mascarillas, un proceso atractivo para embolsarse dinero en bolsillo propio y para enriquecerse a costa de la población, ya que, al final, en países pobres de Asia y África se invierte menos en los sistemas de salud. ″Aquí podemos decir de forma muy concreta: la corrupción mata″.

Infografik Länderranking Korruptions-Index Transparency International 2020 ES

Transparencia Internacionalutiliza un sistema de puntos para evaluar la corrupción de cada país, con una escala que abarca desde el 0, que sería la corrupción absoluta, hasta el 100, la transparencia total. En 2020, dos tercios de los países del mundo no alcanzaron los 50 puntos.

″Se podría decir que dos tercios de los Estados del mundo son corruptos, pero, en parte, son los países que más alto puntúan los que hacen posible la corrupción de los que están al final de la lista″. Según Transparencia Internacional, su índice recoge, sobre todo, cuán habitual es el soborno, la malversación y el nepotismo en los distintos países, pero también si existen leyes contra la corrupción que realmente se aplican. La organización recibe información de expertos de los diferentes Estados.

Los países democráticos puntúan mejor

Según la clasificación más reciente de Transparencia Internacional, quien viva en Dinamarca y Nueva Zelanda puede estar contento. Ambos países obtienen la puntuación más alta, seguidos por Finlandia, Singapur, Suecia y Suiza. Alemania ocupa el octavo puesto de la lista y obtiene 80 puntos, como en 2019.

El panorama es especialmente sombrío en Somalia y Sudán del Sur y la situación es parecida en Venezuela, Yemen y Siria. "En algunos países vemos que las cosas han ido mejorando en los últimos años″, dice Eriksson, por ejemplo en Grecia, Myanmar y Ecuador. Pero, en otros, la situación ha ido empeorando, como en Líbano, Malawi y Bosnia Herzegovina. En líneas generales, puede decirse que ″cuanto más democráticas, abiertas y transparentes son las sociedades, más capaces son de actuar contra la corrupción. Y también vemos que algunos países socavan la libertad de expresión y no observan los derechos humanos, lo que perjudica su capacidad de actuar contra la corrupción".

Tecnología contra la corrupción

Por regiones, los resultados del índice de percepción de corrupción de Transparencia Internacional arrojan que el África subsahariana es la peor evaluada, con un resultado promedio de 32 puntos. En cambio, Europa occidental es la mejor situada en la lista, con 66 puntos en promedio.

Transparencia Internacional emite su informe sobre corrupción desde 2004. ″Y queremos lograr transformaciones", dice Eriksson. La organización está presente en alrededor de 100 países y actualmente trabaja en un plan de 10 años en el que tecnologías como la de "blockchain" o cadenas de bloques jugarían un importante papel. Según Eriksson, se trataría de emplear esta tecnología para hacer sociedades más resistentes contra la corrupción. Si no, los regímenes autoritarios podrían utilizar a su vez esas mismas tecnologías para ″seguir enriqueciéndose a sí mismos″.

(ms/ers)