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Alemania, cara a cara con su propio racismo policial

Ben Knight
5 de junio de 2020

La violenta muerte de George Floyd en EE.UU. ha puesto el foco sobre el racismo estructural en la Policía. Activistas en Alemania renuevan sus llamados a esclarecer sus propios casos de brutalidad policial.

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Deutschland Demonstranten gegen rechte Gewalt nach Mord an Lübcke
Imagen: picture-alliance/dpa/B. Marks

Mientras en Estados Unidos se extendían los disturbios por la violenta muerte de George Floyd, numerosos activistas en Alemania pedían a la Policía que enfrentara sus propias acusaciones de violencia racista. Muchas personas negras han sido asesinadas o han fallecido en custodia durante los últimos 20 años. El caso más conocido es el del solicitante de asilo Oury Jalloh, de Sierra Leona, cuyo cuerpo calcinado fue hallado en una celda policial en Dessau en 2005. Pero ha habido muchos otros casos: desde el camerunés Achidi John, fallecido en custodia en Hamburgo en 2001 tras ser forzado a tomar un medicamento emético, hasta Hussam Hussein, un refugiado iraquí baleado hasta caer muerto fuera de un albergue de refugiados en Berlín en 2016.

Experiencia cotidiana

Son casos que escandalizaron a mucha gente, pero para los afrodescendientes en Alemania suponen solo dos ejemplos mortales del cotidiano trato discriminatorio que viven cada día, a pesar de que la práctica conocida como "racial profiling" fue prohibida hace tiempo. "La comunidad africana nunca ha tenido la sensación de que la Policía está ahí para protegerlos", dice Sylvie Nantcha, fundadora y directora de TANG (The African Network of Germany). "Más bien tienen la impresión de que la Policía está ahí para sospechar de ellos". Nantcha, miembro del partido democristiano CDU, el de la canciller Angela Merkel, ha escuchado de los miembros de su organización innumerables historias de "racial profiling".

"Nos consta que la Policía controla a nuestra gente más de lo necesario", dice Nantcha. "El otro día, un colega mío me contó que viajaba en un tren y unos policías pasaron junto a unas cien personas, pero solo se pararon cuando llegaron a él y le pidieron su documento de identidad. Es algo que sucede cada día". Pero la Policía no guarda registros oficiales de estos incidentes, lo que implica que nunca pueden investigarse adecuadamente. Esto fue confirmado por Sebastian Bickerich, portavoz de la gubernamental Agencia Antidiscriminación, quien dijo que en Alemania falta tanto la "recogida sistemática de casos de 'racial profiling', como jurisdicciones claramente definidas y estructuras donde presentar quejas".

Sylvie Nantcha es miembro del partido democristiano alemán CDU.
Sylvie Nantcha es miembro del partido democristiano alemán CDU.Imagen: TANG

Manzanas podridas o problema endémico

Los estados federados alemanes son responsables de sus equipos policiales. Los propios "Länder" reclutan y forman a su personal policial y disponen también de sus propias reglas. Algunos estados, sobre todo en el oeste de Alemania, han hecho un esfuerzo por reclutar a más gente de ascendencia migratoria. Berlín, por su parte, acaba de aprobar una nueva ley antidiscriminación que abarca a todas las autoridades, incluyendo a la Policía, y que, por primera vez, permite a la gente demandar compensaciones por discriminación.

Pero el Gobierno federal todavía parece tener un punto débil con el tema del "racial profiling". En una conferencia de prensa la pasada semana, el portavoz del ministro alemán del Interior, Steve Alter, aseguró que esa práctica no constituía un problema de la fuerza policial "en su totalidad". "Según mis informaciones, hay casos aislados", dijo a la emisora pública Deutschlandfunk. "De todas maneras, cada caso individual se toma muy en serio y es incluido en la reevaluación estructural". Los sindicatos policiales se muestran a la defensiva ante las sugerencias de racismo endémico en sus filas. Jörg Radek, director del sindicato GdP, dijo al diario Tagesspiegel que cualquiera que acuse a la Policía alemana de "racismo latente o estructural", "o tiene un serio desconocimiento sobre cómo funciona la Policía, o trata de explotar con fines políticos la mesurada respuesta de las fuerzas policiales".

Violaciones racistas de derechos humanos

El Ministerio del Interior observó que hay canales de queja oficiales sobre la acción policial, pero los grupos de activistas llevan tiempo argumentando que no son imparciales. "Los fiscales tienden a creer más a la Policía que a los ciudadanos", dice a DW Tahir Della, portavoz de la Initiativa Gente Negra en Alemania (ISD, por sus siglas en alemán). "Necesitamos estructuras independientes para poder denunciar, en las que podamos intervenir y donde la gente pueda ser llamada para declarar. Necesitamos protección contra las violaciones racistas de derechos humanos. Ahora mismo, si quiero presentar una denuncia contra la Policía, debo hacerlo ante la Policía". Este vacío es el que la nueva ley en Berlín trata de cubrir. Ya ha sido bienvenido por grupos de activistas y vehementemente rechazado por el sindicato policial GdP.

El solicitante de asilo Oury Jalloh murió en su celda en 2005.
El solicitante de asilo Oury Jalloh murió en su celda en 2005.Imagen: Imago/S. Schellhorn

Pero, para Della, lo importante ahora es abordar el asunto de mayor alcance: la formación policial. Ese es el trabajo de Rafael Behr en Hamburgo. Behr no cree que el cuerpo policial atraiga a sus filas un número desproporcionado de racistas, pero sí considera que el entrenamiento de tres años que reciben los cadetes debería incluir más formación política y antidiscriminatoria y que en los primeros años de actividad profesional de los jóvenes policías debería continuarse de alguna manera su formación, con grupos de supervisión y feedback, por ejemplo.

Por su parte, Sylvie Nantcha, considera el racismo estructural en la Policía como parte de un problema social mayor. "Los afrodescendientes ya tenemos aquí ahora una segunda generación", dice Nantcha. "Son alemanes. No tienen otro hogar. Solo quieren ser reconocidos como parte de este país. Esa es su sencilla demanda".

(ms/vt)

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