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Opinión: Una pena para Bulgaria, una pena para la UE

29 de abril de 2018

En el nuevo ranking de libertad de prensa de Reporteros Sin Fronteras, Bulgaria ocupa el puesto 111. Las vergonzosas condiciones en el país son cosa propia, pero la UE tiene parte de culpa, dice Alexander Andreev.

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Screemshot - bulgarische Zeitung telegraph
La portada del periódico búlgaro 'Telélgrafo': "Reporteros Sin Fronteras han demostrado que están comprados sin fronteras", dice el titular. Sobre un mar de dólares aparecen surfeando varios periodistas. Entre ellos, el jefe de la redacción búlgara de DW, Alexander Andreev (segundo por la derecha).Imagen: telegraph.bg

En el actual índice de Reporteros Sin Fronteras sobre libertad de prensa, Bulgaria es el país de la Unión Europea peor situado y, si exceptuamos a Rusia, Bielorrusia y Turquía, también de Europa en general. ¡Y es el país que ostenta la presidencia de turno de la Unión! ¿Sus vecinos de los Balcanes, muy por delante en cuanto a libertad de prensa, van a venir a la UE a darle lecciones sobre estándares democráticos? ¿Pero en qué mundo vivimos?

Funestos juegos políticos

Sí, la presidencia de la UE es un automatismo rotativo. Nadie hubiera elegido a Bulgaria. Y menos en unos momentos en que se negocia el "brexit", se establece el marco presupuestario para 2021-2027 y todavía hay que resolver la crisis de los refugiados. Sin embargo, el hecho de que tanto desde Bruselas como desde la mayoría de países de la Unión –la mayoría gobernados por mayorías conservadoras– hayan estado ignorando las irregularidades en Bulgaria, no es ningún automatismo.

Andreev Alexander Kommentarbild App

¿O sí? El partido gobernante en Bulgaria desde 2009 (con un breve interludio), el GERB, es en realidad un monólogo del primer ministro Boiko Borissov, orgulloso miembro del Partido Popular Europeo. El PPE tiene actualmente la mayoría en la Eurocámara y, con ella, en la Comisión. Pero, para mantener estas mayorías, el PPE necesita también a socios tan cuestionables como Viktor Orbán y Boiko Borissov. Personajes que nos traen a la cabeza las expresivas palabras atribuidas al presidente estadounidense de la postguerra, Franklin D. Roosevelt: "Puede ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta".

¿Libertad de prensa? Hay cosas más importantes

La Bulgaria de Borisov es habitualmente criticada, incluso en el PPE, por su corrupción desenfrenada y su débil poder judicial. Esta es una de las razones por las que el país, al igual que Rumanía, sigue bajo la atenta mirada de Bruselas. Pero eso es todo. Posibles sanciones por los déficits en su Estado de derecho no se contemplan. Y a nadie le importa la catastrófica situación de los medios, más que a unas pocas organizaciones no gubernamentales, como Reporteros Sin Fronteras o Freedom House.

Los gobernantes repiten incansablemente desde la capital Sofía que no hay censura en Bulgaria y que el Gabinete no tiene influencia en los medios. En apariencia es así, por lo que los socios de la UE pueden sin mala conciencia evitar profundizar en el tema.

Control por la puerta de atrás

Sin embargo, esta visión es engañosa. La censura directa puede no existir en Bulgaria. "Pero, por supuesto, hay campañas de difamación, tanto estatales como gubernamentales, una y otra vez, campañas sucias", dice el consejero delegado de Reporteros Sin Fronteras y buen experto en Bulgaria, Christian Mihr. Además, dado que el mercado de publicidad privada en el país es muy ajustado, la mayoría de los medios confían en los anuncios gubernamentales o de las administraciones locales para sobrevivir. Las campañas de imagen de los Miniesterios, programas gubernamentales o proyectos de la UE son el pan de cada día para la mayoría de las editoras. "Renunciar a ellas para ser independiente supondría un suicidio", confiesa un editor en jefe que quiere permanecer en el anonimato.

Con este instrumento, el Gobierno puede controlar los medios de manera muy eficiente sin que el público lo note. Y no sólo los medios públicos, sino también los privados, concentrados en unos pocos empresarios. Sobre todo en el segmento de los periódicos amarillistas opera un poderoso grupo de medios, propiedad de un político, a menudo tildado de oligarca, presto siempre a cualquier vileza, siempre que dé beneficios. Esto confirmaba claramente también un detallado análisis de Reporteros Sin Fronteras del año pasado.

No sólo el país más pobre y más corrupto

Bulgaria es el país más pobre y corrupto de la UE. Esta afirmación, ya bastante desgastada, se repetía en casi todos los medios internacionales cuando informaban del comienzo de su presidencia de turno en la Unión Europea el pasado primero de enero. Ahora se le puede sumar otro superlativo: Bulgaria es también, definitivamente, el país de la UE con una prensa menos libre. Muchos búlgaros se avergüenzan de vivir en un país así. Pero los socios comunitarios deberían también avergonzarse de haber tolerado esta situación durante tanto tiempo. Justo en sus narices, en un país que actualmente ostenta su presidencia.

Autor: Aleander Andreev (LGC/FEW)

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